Al ser Cuba uno de los países más envejecidos de la región y cuando su población mayor de 60 años se acerca rápidamente hacia una tercera parte del total de habitantes, la utilización de la reserva estratégica que son los jubilados constituye un tema de importancia vital.
Según cifras oficiales, al cierre de 2021, el 21.6 por ciento de la población cubana ya tenía 60 años y más, y se estima que entre el año 2025 y 2030 este grupo etario sobrepasará los tres millones y representará más del 30 por ciento de la población cubana. Determinan esta proyección la disminución de la fecundidad durante las últimas décadas, la disminución de la mortalidad, el aumento en la expectativa de vida que es un logro de la Revolución y. con un menor peso, la emigración, que disminuye fundamentalmente a la población en edad laboral. En términos demográficos, Cuba decrece poblacionalmente, se concentra, urbaniza y envejece, esa es la tendencia.
En muchas ocasiones, y me limito al sector de la prensa, cuando un periodista se jubila pasa a un limbo donde, en pocos casos sus antiguos empleadores les llaman; casi nadie se preocupa por sus necesidades y se va olvidando el papel que desempeñaron en esos medios durante muchas décadas.
Pero eso no es lo peor que conlleva esa realidad. Quienes ignoran a sus jubilados, muchos de los cuales se mantienen en plenitud de facultades intelectuales, desaprovechan así un recurso estratégico para compensar la insuficiencia de incorporaciones de jóvenes graduados para completar las plantillas necesarias.
Otro tema esencial: muchos de esos periodistas, que se jubilaron con la ley vigente hasta el reordenamiento económico del país con hasta el 90 por ciento de sus antiguos salarios, recibieron entonces pensiones que consideraron satisfactorias. Pero, luego de aplicarse el mencionado proceso, éstas disminuyeron drásticamente su capacidad de enfrentar los gastos en renglones esenciales como alimentos, transporte y tarifas de consumo doméstico.
El promedio actual de pensiones para un alto porcentaje de jubilados de la prensa, al menos de los capitalinos agrupados en la delegación del Grupo Asesor, es de menos de dos mil pesos y en muchos casos inferior. Huelga comparar lo que se puede pagar en la actualidad con ese monto.
Esa violenta disminución del poder adquisitivo de sus pensiones, relación que se agrava diariamente con la escalada de los precios, obligó a muchos jubilados a buscar otras fuentes de ingreso para subsistir. Descansar luego de tantos años de trabajo o disfrutar de la vejez es un lujo imposible.
Y que mejor, para quien vivió al menos cuatro décadas de escribir para medios de prensa, que buscar nuevos contratos o colaboraciones en lo que hizo siempre. Sin embargo, hubo y hay jubilados a quienes no se les autorizó volverse a contratar por su edad, sin considerar su experiencia y capacidad de cumplir los requisitos para sus trabajos en cantidad y calidad. A muy pocos se les sugirió tampoco recontratarlos y aprovechar sus conocimientos con el trabajo a distancia.
Al mismo tiempo, en muchos medios de prensa del país las plantillas están cubiertas por debajo de sus necesidades y, en otros casos, las incorporaciones de jóvenes los obligan a un imprescindible proceso de adiestramiento, para el cual no cuentan siempre con personas de amplia experiencia profesional.
Recordamos con agrado que, en las últimas décadas del pasado siglo, los veteranos periodistas no sólo eran reconocidos, respetados y admirados por los jóvenes que iniciaban su vida laboral. Eran referentes para consultas y aprender de una experiencia que no se encuentra en los libros o las clases universitarias.
Cuando tenemos juventud nos falta la experiencia, pero cuando tenemos mucha de ésta última entonces falta la primera. La clave para enfrentar este dilema es encontrar la armonía de ambas para que existan beneficios mutuos.
El relevo generacional es deseado, imprescindible y necesario, pues es la continuidad del periodismo que requiere la Revolución: cada vez mejor preparados con los avances de las tecnologías de la comunicación y para una confrontación permanente con las campañas de desinformación propaladas por los adversarios, locales y externos, cuyas transnacionales dominan las principales redes sociales.
Sería muy útil para este relevo utilizar la sabiduría acumulada en los “viejos jubilados”, bien como profesores, conferencistas, colaboradores o, simplemente, compartiendo con los nuevos talentos para lograr la complementación deseada entre juventud y experiencia, con lo cual ganamos todos y, especialmente, la Revolución.
La Unión de Periodistas de Cuba (UPeC) está consciente de la gravedad del tema de las bajas pensiones y cuenta con la comprensión y el apoyo de la dirección del país para estudiar posibles soluciones, pero la situación económica que enfrentamos obliga a actuar con cautela y evaluar las consecuencias de cada paso, para no acelerar la galopante inflación con decisiones precipitadas.
Posibles acciones para contratar o promover colaboraciones de los jubilados involucran a las administraciones de los medios de prensa y a la academia, por su utilidad y relevancia en la formación de las nuevas generaciones. Ya hay ejemplos loables de ello, pero aún son aislados y no se sistematizan.
Conscientes de que jubilados no debe ser sinónimo de olvidados, entre todos podemos lograr un mejor periodismo revolucionario y revolucionador, como exige la época. El desafío está planteado.
rmh/prl
(colaboración de Visión, revista de la UPeC)