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jueves 21 de noviembre de 2024

Felicidad vital*

En la década del 30 y principio del 40, Jorge Amado vivió aquellos momentos en que la lucha de Luis Carlos Prestes fue una ráfaga de esperanza. Pero las cárceles del régimen de Getulio Vargas se fueron llenando de presos políticos comprometidos con la causa de un pueblo contra el fascismo.

Alguien dijo por ahí, que Luis Carlos Prestes fue el Caballero de la Esperanza, cuando Brasil tenía esperanza. La lucha de Prestes estuvo marcada por la lucha de una mujer que traspasó los tiempos: Olga Benario.

Recuerdo ahora, algo que alguna vez escribí sobre ella: “Río de Janeiro, 1936. Los soldados de don Getulio llegan a la cárcel donde está detenida para llevarla. Los hombres de la Gestapo esperan en el puerto. Los presos se amotinan. Entre ellos, un escritor de rostro serio y mirada triste llamado Graciliano, escribe sus memorias de la cárcel. Ella, con su panza grande como un mundo, no permite una masacre y se entrega sabiendo lo que le espera… Pero a pesar del océano que la lleva a la cámara de gas, ella se niega a dejar de soñar. Y se convence que siempre existirán pequeños rincones donde cobijar los sueños. Gracias al mar, y a pesar de él, los ojos de Olga van hacia el futuro”.

película Olga, de Jayme Monjardim

Para recordar esa lucha, la película Olga, de Jayme Monjardim, basada en el libro de Fernando Morais, es una gran producción que muestra el camino de la revolucionaria alemana-brasileña. Las botas fascistas todavía retumban sobre el pavimento. La vida de Olga Benario sigue siendo un golpe a la conciencia colectiva del Brasil. Su felicidad vital era hacer revolución.

Muchos años después de Olga, otra mujer, tal vez la mayor cantante de la historia del Brasil, Elis Regina, supo interpretar canciones que fueron y siguen siendo golpes a la conciencia. En el año 1979, O Bébado y a equilibrista o El borracho y la equilibrista, canción de Joao Bosco y Aldir Blanc cantada por Elis Regina se transformó en himno de la campaña por Amnistía General. Esa canción era y es, una metáfora de lo que fueron los gobierno militares. La felicidad vital de Elis era entregar el corazón en cada canción.

Felicidad clandestina

Desde la literatura, Clarice Lispector, tal vez una de las más grandes novelistas latinoamericanas del Siglo 20, caminó mundos interiores en busca de los hilos que unen felicidad y tristeza, esas dos caras de Brasil. Caminó por una y por otra. Recorrió historias en busca de respuestas. Finalmente, no sé si encontró respuestas o más interrogantes.

Cuando niña, la felicidad para ella era, podía ser, un libro, aunque fuera una felicidad clandestina. Vale la pena irse a volver para recordar aunque sea una partecita de aquel cuento de Clarice, Felicidad Clandestina: “…tú te quedas con ese libro todo el tiempo que quieras. ¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro. El tiempo que quieras es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer”. Pero ella simulaba no tener el libro únicamente “para luego sentir el sobresalto de tenerlo. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina”.

¿Felicidad de Dios?

Gilberto Gil

Alguien en Brasil dijo alguna vez que Dios es brasileño. Otro respondió que tal vez por eso el pueblo del Brasil es un pueblo feliz, aunque la tristeza no tenga fin. Gilberto Gil hizo una canción en la que menciona las absurdas acciones del ser humano para poder hablar con Dios. Se eu quizer falar com Deus se titula la canción. Escuchar a Elis Regina, cantarla a capela es como un regalo, no sé si de los dioses, pero un regalo al fin. “Si yo quisiera hablar con Dios / Tengo que aceptar el dolor / Tengo que comer el pan / Que el diablo amasó / Tengo que volverme un can / Tengo que lamer el piso / De los palacios, de los castillos / Suntuosos de mi sueño / Tengo que verme tristoño…” Y más adelante: “Si yo quisiera hablar con Dios/ Tengo que aventurarme / Tengo que subir a los cielos / Sin cuerdas que me aseguren / Tengo que decir adiós / Dar la espalda, caminar / Decidido, por la ruta / Que al final va a dar en nada / Nada, nada, nada, nada / De lo que yo pensaba encontrar”.

Felicidad en el callejón

Vamos y venimos de la tristeza. Vamos y venimos de la literatura, del cine, de la música, de la historia. Vamos y venimos de la tristeza y de la felicidad, o sea de la vida.

Escuchar a Gonzaguinha, ese gran cantautor comprometido con la realidad social del Brasil, que se fue ya hace años, es también caminar por la tristeza y por la felicidad de ese país. Su canción Mañana o después, recuerda y reivindica a los hombres y mujeres que se entregaron por un nuevo día luchando contra la dictadura. A pesar del dolor, es una canción llena de vida. “Mi hermano mañana o después / La gente retorna al viejo lugar / Se abraza y habla de la vida que se fue por ahí / Y cuenta los amigos en la punta de los dedos / Para ver cuántos viven y quién ya murió / Mañana o después”.

Y en Achados e Perdidos está la memoria de los desaparecidos: “Quién me dirá dónde está / Aquel muchacho fulano de tal / (Hijo, marido, hermano, enamorado que no volvió más) / Insisten los anuncios en las hojas de nuestros periódicos / Hallados, perdidos y muertos / Saudades demás / Mas yo pregunto y la respuesta / Es que nadie sabe / Nadie nunca vio / Solo sé que no sé / Cómo desapareció / Si es que desapareció / Si se sabe algo / Acerca de su paradero / Callejón de las libertades / Estrecho y olvidado / Una pequeña marginal / De esta inmensa Avenida Brasil”.

Gonzaguinha

La música y la letra dolidas, pero vivas, de Gonzaguinha son también parte del recuerdo de quienes quedaron en el camino. Ayer, mañana o después, la felicidad y la tristeza, pueden, también, estar juntas en ese beco o callejón de las libertades, o tal vez en alguna esquina de la derrota…

Felicidad caminamundos

En Brasil también es necesario irse a volver del campo. De la lucha por la tierra. La realidad de hoy, tiene sus antecedentes en la política agraria implementada por la dictadura militar entre 1965 y 1985 cuando el agro de Brasil sufrió un cambio importante por la implantación de un modelo agropecuario que apostó a modernizar el sector implantando grandes agroindustrias exportadoras en detrimento de la agricultura familiar campesina.

La destrucción de la economía familiar provocó la expulsión de millones de campesinos hacia las ciudades y el surgimiento de millones de familias «sin tierra». Al final de la década del 70 y comienzo de los 80 surge y se consolida el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, tal vez el Movimiento Social más grande de América Latina. Ocupar, resistir y producir fue la consigna. Por aquellos años caminé las luchas por la tierra en el sur del Brasil… Muchos versos surgieron de eso días y surgió un pequeño librito que se llamó Caminamundos.

En alguna parte decía así: la esperanza / camionando vidas / reformagrariando caminos / como chimarrao espumeando madrugadas / compañereando amores del horizonte / amaneció de gaúchos y azadas buscatierras / carpariendo riogrande / como rocío / mojarando el corazón / un día de noviembre / al sur.

Felicidad en construcción

Más allá de la felicidad y de la tristeza que nao tem fin, Brasil es un país de múltiples luchas a lo largo de la historia. Las luchas de los esclavos liderados por Zumbí y la creación comunitaria del Quilombo dos Palmares, la lucha independentista de Tiradentes, la Columna Prestes y su visión socialista y antifascista, las luchas contra la dictadura militar, la lucha guerrillera, la lucha por la tierra y la soberanía alimentaria de los campesinos sin tierra, la lucha en las ciudades, la lucha de los intelectuales y el gran movimiento cultural, la lucha de los sindicatos paulistas liderados por Luiz Inácio Lula Da Silva, la lucha de las comunidades de base.

La felicidad y la tristeza también van juntas en esas luchas tantas. Finalmente, las luchas y la historia de las luchas son más vivas que la gestión de los gobiernos. Como las luchas, la música de Chico Buarque traspasa los momentos históricos. Escuchar su música, es como irse a volver de una Construçao permanente. Su música y sus letras, tal vez, sean una forma de decir que la felicidad y la tristeza están en permanente construcción…

Felicidad de élites

Brasil es también un país con élites que desde su propia independencia solo han defendido sus intereses, y desde hace ya un buen tiempo caminan cediendo a la influencia estadounidense. El Golpe de Estado a Dilma Russeff en 2016 fue un ejemplo de cómo actúan las élites brasileñas. Pero también de que los gobiernos que se distancian de los sectores sociales a los que dicen defender finalmente se caen. Así ha sido, así es y así será.

Lula da Silva

Luiz Inácio Lula Da Silva, surgió de la luchas sindicales de fin de los años 70 y principio de los 80. Luchador social y político, trascendió fronteras. Hay una intervención muy interesante de Lula en La Habana en el año 2012 en la que, recordando a José Martí, habló de la necesidad impostergable de la integración y de lograr un nuevo equilibrio en las relaciones políticas, económicas y culturales en el mundo. También comentó que al llegar a la presidencia de Brasil su primer compromiso era combatir el hambre y la miseria. “Recuerdo que en mi primer discurso dije: yo voy a hacer primero lo necesario, después debo hacer lo posible y cuando menos se espere, nosotros vamos a estar haciendo lo imposible”.

Parece que las elites brasileñas, a veces, ni siquiera le dejaron hacer lo posible, mucho menos lo imposible. Pero, ¿qué es lo posible y lo imposible, entre la felicidad y la tristeza?

En todo caso, en esos tiempos de golpe contra Russeff, Brasil volvió a mostrar su peor cara. Esa cara peor no es la de las favelas, ni la de los pobres del nordeste, ni siquiera de la violencia urbana, su peor cara sigue siendo la de sus élites políticas y económicas. En todo caso, a pesar de ellas, y de los que se someten a ellas, y a pesar de la tristeza que no tiene fin, seguramente mañana será otro día, como dice Chico Buarque.

rmh/kl

*De su libro Mi viaje a Ítaca

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