¡Extraordinaria victoria del pueblo colombiano! Derrotaron a una coalición de fuerzas del mal que incluía personalidades ordinarias, mediocres y palurdas como el “aparecido” Rodolfo Hernández, criminales y odiadores de todo tipo, oportunistas politiqueros, fascistas de ley, narcotraficantes y criminales de todo pelaje, y en general, enemigos del progreso y la justicia de cualquier forma.
Ya Gustavo Petro y Francia Márquez, contra viento y marea, fueron electos presidente y vicepresidenta de Colombia para el período 7 de agosto de 2022 al 7 de agosto de 2026.
Fueron ganadores dos veces, en la primera vuelta cuando sacaron más del 40 por ciento de los votos y superaron al ocupante del segundo lugar por una diferencia superior al 12 por ciento del total de los sufragios. Ahora lo hicieron de nuevo, en el así llamado balotaje por un margen de más de 700 mil votos.
Ahora se abren ante ellos nuevos retos: cumplir con su programa de gobierno, disminuir la desigualdad individual y regional, poner bajo control la contaminación ambiental y generar acciones dirigidas a atenuar los cambios climáticos.
Mejorar la muy frágil seguridad ciudadana en un país donde la vida y la dignidad están en juego con frecuencia. Enfrentar al narcotráfico, el paramilitarismo y las BACRIM (Bandas Criminales), revitalizar las relaciones con Venezuela que fueron saboteadas por el Uribismo y un millón de otras misiones.
Estas inmensas y complejas tareas se deberán ejecutar en medio de oposición en el Congreso, de la oligarquía local, del bandidismo en todas sus manifestaciones, del gobierno de Washington, y de una ancha panoplia de fuerzas del mal, que trataron de revertir tales resultados y que fueron por segunda vez derrotadas el pasado 19 de junio, el día de la segunda vuelta electoral. Es muy importante detallar al menos mínimamente tales desafíos
Gustavo Petro enunció hace poco tiempo, 5 propuestas claves para su accionar como presidente de Colombia.
• Cambio en la matriz energética, desarrollando una «economía para la vida», concepto esencial del programa de Petro. Se propone una transición energética de la matriz dependiente del petróleo y el carbón a las energías renovables.
Petro y Francia Márquez quieren poner fin al extractivismo (a través de un «desescalamiento gradual»), y prohibirán la exploración y explotación de yacimientos no convencionales sin estudios de alta calidad, detendrán los proyectos pilotos de fracking y el desarrollo de yacimientos off-shore, no darán nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos ni permitirán la gran minería a cielo abierto.
Todo ello por supuesto hasta que se realicen los estudios serios, profundos y de carácter científico que permitan evaluar tales recursos.
El programa indica que Ecopetrol, la empresa estatal de petróleo y gas, «permanecerá como patrimonio de los colombianos para garantizar los combustibles que el país requiere por los próximos 15 años». En otras palabras, que no habrá una privatización de los hidrocarburos.
• En su plan de gobierno, Petro enmarca las políticas económicas bajo el lema «Economía para la vida», a su vez dentro del paraguas del objetivo de «Colombia, potencia para la vida».
Afirma el presidente electo que: «Esto implica transitar hacia una economía productiva basada en el respeto a la naturaleza, dejando atrás la dependencia exclusiva del modelo extractivista y democratizando el uso de energías limpias».
• Dentro de las medidas, el futuro mandatario propone una «reforma agraria y acuaria» para avanzar en materia de igualdad en la tenencia y uso de la tierra y las aguas, garantizando el «derecho a la tierra para las familias rurales».
Para lograr esta reforma agraria se desincentivarán los «multifundios improductivos en tierras fértiles» a través de impuestos. Su objetivo es desestimular los latifundios y entregarle enormes porciones de tierras ociosas al campesinado pobre.
«Propondremos al propietario del latifundio improductivo activar la producción de sus terrenos, pagar los impuestos correspondientes, o en última instancia, venderlos al Estado para que este a su vez lo entregue a las comunidades rurales», dice el programa del presidente electo.
En declaraciones recientes, insistió en que no van a expropiar, sino democratizar. «Jamás he pronunciado la palabra expropiación», dijo durante un caluroso debate con uno de sus principales contrincantes en la primera vuelta, ‘Fico’ Gutiérrez. En abril Petroy Márquez firmaron en una notaría un documento en que se comprometieron a no expropiar arbitrariamente.
• «Aranceles inteligentes». Petro también propone encarar un «proceso de industrialización democrático y responsable», mediante una «política de aranceles inteligentes que estimule la vida, la generación de valor agregado, la competitividad y la industria nacional», y orientada a aumentar el empleo y los ingresos.
En concreto, esta política fiscal consiste en reducir tarifas para insumos, bienes y servicios que cumplan las condiciones antes mencionadas, mientras que se aumentarán para aquellos que afecten ese valor agregado, a manera de «mecanismo de defensa comercial» frente a la «competencia desleal con importaciones subsidiadas». Esto es de extrema importancia para el desarrollo de Colombia y la disminución de la desigualdad.
Así, se propone revisar los Tratados de Libre Comercio, la política de derechos de propiedad intelectual y las condiciones hacia la inversión extranjera existentes, para proteger a la industria nacional colombiana.
• El trabajo «garantizado». El programa de gobierno del presidente electo se propone garantizar «el derecho fundamental al trabajo digno, decente» y defender un salario mínimo «que cumpla con los mandatos constitucionales en el marco de derechos sociales propios de un Estado Social de Derecho».
La política más concreta en esta área es la de «empleo garantizado», y estará enfocada en subsidios al desempleo y a la flexibilidad laboral.
«El Estado actuará como empleador de última instancia ofreciendo empleo a quienes puedan y quieran trabajar, pero no encuentran empleo en el sector privado, beneficiando principalmente a las y los desempleados, jóvenes, mujeres, trabajadores informales, las economías populares y los territorios», expresa el programa de gobierno.
Además, se establecerán contratos para obras menores en ciudades y barrios, utilizando fuerza laboral privada, y se priorizará el aumento de la capacidad de las pequeñas y medianas empresas.
• Política tributaria. En el centro de las políticas económicas propuestas por Petro se encuentra la intención de avanzar hacia una «justicia tributaria con impuestos progresivos y equitativos», combatiendo la evasión y la elusión, y quitar beneficios tributarios que existen hoy para los más ricos.
Se espera incrementar el cobro de impuestos en un 5,5 por ciento adicional del PIB de Colombia (cifra que estaría entre 15 y 20 mil millones de USD aproximadamente), tomando de quienes más tienen, para financiar programas de desarrollo económico y social dirigidos a mejorar la vida de los pobres.
Entre tales medidas, se propone que Ecopetrol contribuya con impuestos al Estado y a la transición hacia energías limpias. Los tributos servirán también para subsidiar un sistema de salud «público y universal» en el cual el acceso y la calidad de la prestación no dependan de la capacidad de pago.
Además, no extender el IVA (Impuesto al Valor Agregado) a la canasta familiar y a impulsar «impuestos saludables» para mejorar el acceso a alimentos y bebidas, tanto en cantidad como en calidad nutricional.
Enfrentamiento al racismo y otras formas de discriminación
Colombia es un país racista y el racismo y la desigualdad son como hermanos gemelos. Existe una arraigada costumbre de usar eufemismos para ocultar los problemas más serios, de tapar y no nombrar lo que salta a la vista, que ha mantenido publica la ficción de que en Colombia todos son iguales y se vive en armonía racial. Mas falso que un billete de 3 dólares.
El hecho desconocido en la historia colombiana, de que hubo cinco candidatos afro a la vicepresidencia (en la primera vuelta), no solo ha venido a aportar un nuevo matiz a la contienda electoral colombiana, sino que ha puesto el racismo en el centro de muchas conversaciones y análisis, con un poco más de trascendencia, con preguntas más profundas, sobre las causas de este suceso y lo que representa para las comunidades minoritarias en términos políticos y sociales.
Es un avance, sin dudas, pero con la excepción de los electos Petro y Francia, se trata solo de una relación de conveniencia para ganar votos utilizada por lo otros candidatos.
Para entender el racismo en Colombia basta analizar los casos de los departamentos de Guajira (Costa del Caribe) y Chocó (Costa del Pacífico): No es casual que justamente los departamentos con mayorías de población étnica y racializada tengan los más altos índices de pobreza y necesidades básicas insatisfechas.
Mientras el resto de Colombia ha avanzado (en cierta medida) en temas como el analfabetismo, la desnutrición o la mortalidad materno infantil, en estos departamentos con alta densidad de población minoritaria siguen siendo problemas del día a día, que afectan a altos porcentajes de sus habitantes.
La desigualdad a niveles humillantes
No se puede olvidar que el 10 por ciento de la población más rica de Colombia recibe 11 veces más que el 10 por ciento más pobre del país. Esto es una brecha de desigualdad que pudiéramos catalogar de dramática.
La explotación del campo por la ciudad es también un hecho, los porcentajes de pobreza en hogares rurales colombianos es tres veces mayor que en las zonas urbanas.
Del 2020 al 2021, tres millones 600 mil personas cayeron en la pobreza en Colombia, y la pobreza extrema subió 5,5 por ciento, dejando, por lo menos, a dos millones 800 mil colombianos sin poder cubrir adecuadamente sus necesidades alimentarias.
No todo ello fue culpa del COVID -19 que sí catalizó este fenómeno, pero las políticas neoliberales constituyeron su causa original. Por poner un ejemplo, el 81 por ciento de la tierra privada del país se concentra en manos del uno por ciento de propietarios. Lo que obviamente no tiene que ver mucho con ningún virus.
El empleo formal de Colombia es solo del 40 por ciento, es una de las tasas más bajas de empleo en América Latina, de acuerdo con cifras del Banco Mundial. Los grupos más afectados son las mujeres (aumentó el desempleo femenino en un 9.8 por ciento), las personas de origen afro, los indígenas, y los habitantes de regiones rurales y/o periféricas del país.
La componente regional de la desigualdad es brutal y aparente (ver Tabla 1, compilada por el autor con datos de la ONU y el Banco Mundial, 2022).
El “extractivismo” directamente relacionado con problemas ambientales y sociales.
El valor de las exportaciones totales de minerales sólidos aumentó un 22 por ciento durante 2021, a 13 mil 400 millones de dólares. La producción de carbón subió a 59,6 millones de toneladas en 2021, frente a los 49,3 millones del año anterior, y se espera que alcance cerca de 67 millones tm/año.
La producción de oro aumentó a 2,5 millones de onzas troy en 2021, más de cuatro mil millones de dólares al precio spot del viernes 17 de junio en Londres.
La baja producción de cobre de Colombia, alcanzó en 2021 las 12 mil toneladas, frente a las nueve mil 300 del año anterior.
En el caso de los hidrocarburos, la producción promedio de petróleo de Colombia fue de 736 mil 356 barriles por día (bpd), lo que significó una disminución del 5,7 por ciento en comparación con la cifra registrada en 2020, cuando fue de 781 mil 352 bpd.
Contrario a lo sucedido con el oro negro, la producción comercializada de gas sí mostró signos de recuperación en 2021 y cerró el año en mil 87 millones de pies cúbicos por día (mpcd), la mayor cifra registrada en por lo menos un lustro.
En 2021 se perforaron 460 pozos petro- gasíferos, un 53,84 por ciento más que en 2020, cuando se llegó solo a 299. El total de pozos de desarrollo durante el año pasado fue de 425, mientras la perforación de pozos exploratorios llegó a 35.
La más grave amenaza está dada por la intención de la oligarquía colombiana de permitir la práctica comercial y extensiva del “fracking” con efectos ambientalespotencialmente adversos.
De igual manera se comportan la manufactura, la agricultura, el sector de servicios, y, en general, todos los sectores económicos del país, sin excepción, deben ser reestructurados, para estar al servicio del desarrollo de Colombia y de la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de todo su pueblo
Como se observa, el nuevo gobierno progresista deberá enfrentar monumentales distorsiones económicas y sociales y lo deberá hacer en medio de una atroz y cruel oposición del fascismo, la oligarquía nacional y sus amos del Potomac.
rm/jro
*Ingeniero cubano residente en los EE.UU.