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lunes 23 de diciembre de 2024
muro de Berlin

Y el socialismo ¿para cuándo? (III final)

Cuba, con la más alta dignidad, y pese a un bloqueo infame que sigue sufriendo, es uno de los pocos baluartes que lo defiende. Pese a todas las críticas y ataques que pueda sufrir, la isla presenta los mejores índices socio-económicos de su población en comparación con toda Latinoamérica.

Como se ha dicho, es el único país de la región donde se puede caminar tranquilo por la calle.

De todos modos, con la involución de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, más la tremendamente copiosa propaganda anticomunista que inunda el mundo, la idea de revolución obrero-campesina (al menos de la forma clásica en que se planteó) no está en crecimiento. ¿Habrá que desecharla por irrealizable, o habrá que buscar nuevos caminos?

Recordemos una vez más lo que es el capitalismo: para que un escaso 15 por ciento de la población planetaria viva con bienestar, el 85 por ciento restante pasa penurias; mientras sobra comida en el mundo, el hambre mata a 20 mil personas diarias.

Y las guerras -más allá de las pomposas y vacías declaraciones por la paz- siguen siendo una constante, alimentando una fabulosa industria que no cesa (es uno de los pocos rubros comerciales que creció durante la pandemia).

Hoy, con la guerra que se está librando en Ucrania, en todo caso no se ve un horizonte anticapitalista cuando la conflagración termine, sino que, si Rusia logra imponerse, se puede vislumbrar un mundo multipolar, donde la cabeza no sería solo Washington, pues probablemente haya otros polos de poder: también Moscú y Pekín. Aunque todavía es prematuro aventurar cómo seguirá esto.

La posibilidad de una guerra nuclear devastadora no ha desaparecido, y hoy por hoy, con las provocaciones que continúa haciendo la OTAN -armando hasta los dientes a Ucrania y aceptando el ingreso a la alianza de Suecia y Finlandia- ello no es improbable. Por lo pronto, en la televisión estatal rusa, el hundimiento de su navío Moskva en el Mar Negro fue considerado como el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

Primera-Guerra-Mundial

El desarrollo de la Primera Guerra Mundial catapultó la revolución bolchevique. Hoy, el actual conflicto, a lo sumo puede dar lugar a un mundo multipolar donde no solo el dólar mande.

Para las grandes mayorías planetarias no se ven las mejores perspectivas en el mediano plazo; sí se ve, ya ahora, un aumento de la pobreza, dado el crecimiento de los precios de los energéticos (petróleo y gas) y de alimentos básicos, de los que Rusia es un gran productor.

Más bien, el panorama se muestra sombrío: amén de la posibilidad de un holocausto termonuclear, el aumento de la pobreza de las grandes masas de la humanidad ya comienza a sentirse. La Nueva Ruta de la Seda no es, en sentido estricto, una salida revolucionaria y anticapitalista. ¿Será todo a lo que puede aspirarse hoy?

Parece que el socialismo concebido teóricamente un siglo atrás, hoy no se lo ve en crecimiento. El socialismo en un solo país, salvo en potencias como en China quizá, no parece viable en la mayoría de naciones.

FMI y BM

¿Podría sobrevivir un pequeño territorio africano o latinoamericano con un gobierno socialista en este mar de globalización capitalista regido por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial? La perspectiva de otros esquemas “no tan perjudiciales” ya suena a triunfo, por ejemplo: un nuevo Banco Mundial más democrático, regido por una cesta de monedas y no solo por la estadounidense.

Si en vez de estar sujeta al dólar y a las directivas de Wall Street la gran mayoría de la humanidad tuviera acceso a planes más benignos (léase por ejemplo: Nueva Ruta de la Seda), tal vez la situación no fuera tan catastrófica.

De todos modos, el socialismo como propuesta emancipadora no está cerca, no está en alza. Por el contrario, lo máximo a lo que se podría aspirar, según van las cosas, es a un capitalismo de Estado.

Los llamados “progresismos” latinoamericanos de inicios del siglo XXI (Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia) ¿serían el nuevo socialismo? La realidad enseña que en todas esas experiencias no se salió finalmente de un esquema capitalista -muy neoliberal en algunos casos-, a lo sumo con una mejor redistribución de la riqueza nacional a partir de un Estado más social-popular, pero siempre basados en la explotación de la clase trabajadora, la cual no tomó ninguna decisión en la planificación de su vida.

Serguei Glazyev

Serguei Glazyev, doctor en economía, ex asesor del presidente Putin, miembro de la Academia Rusa de Ciencias y ministro de Integración y Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia -EAEU- pudo decir: “Ejemplo de un modelo de un nuevo orden económico mundial, que llamamos integral (por el hecho que el Estado une a grupos sociales con diferentes intereses), es la India. Este país tiene un sistema político diferente, pero el gobierno está obligado, por razones históricas, a dar primacía a los intereses públicos sobre los privados; la única alternativa que tiene el Estado Indio es maximizar las tasas de crecimiento para combatir la pobreza. En este sentido, podríamos decir que el nuevo orden económico mundial debería ser de ideología socialista”.

Es decir: un Estado benefactor que “combate la pobreza” gracias al crecimiento de la economía. En otros términos: lo que está haciendo China. Pero ¿“combate a la pobreza” o combate a toda forma de explotación? El socialismo brega por la segunda, ¿verdad?

“En contraste con las teorías del post-humanismo occidental, los países centrales del nuevo orden económico mundial se caracterizan por una ideología de inspiración socialista, aunque respetando los intereses privados y usando algunos mecanismos del mercado. En China hay una mezcla de ideología socialista, intereses nacionales y competencia de mercado”, agregaGlazyev. ¿Ese será el camino?

Todo esto fuerza imperiosamente a un profundo debate sobre cómo estamos en el mundo y para dónde vamos. ¿Cuáles deben ser en la actualidad las formas de lucha contra el capitalismo? Las que se pueda, simplemente. Insistamos mucho en esto: ¡no hay manual para hacer la revolución!

Marx y Engels

La Comuna de París, allá por el lejano 1871, fue una fuente inspiradora, y de allí Marx y Engels tomaron importantísimas enseñanzas. Es a partir de esa experiencia que surge la idea de “dictadura del proletariado”, en tanto gobierno revolucionario de los trabajadores como constructores de un nuevo orden.

Después de los socialismos realmente existentes y de todas las luchas del pasado siglo se abren interrogantes para plantearnos esa noble y titánica tarea de hacer parir una nueva sociedad: ¿cómo hacerlo en concreto?

Pregunta válida no sólo para ver cómo empezar a construir esa sociedad nueva a partir del día en que se toma la casa de gobierno sino también para ver cómo llegar a esa toma, punto de arranque primario.

Ya hemos dicho que la tarea de construir la sociedad nueva es complejísima y necesita de la autocrítica como una herramienta toral. Ahora bien: la pregunta -quizá más pedestre, más limitada y puntual- es: ¿qué hacer para estar en condiciones de comenzar esa construcción?

Dicho en otros términos: ¿cómo se desaloja a la actual clase dominante y se toma su Estado (el Estado nunca es de todos, es el mecanismo de dominación de la clase dominante) para comenzar a construir algo nuevo? ¿Se puede repetir hoy -metafóricamente hablando- la toma del Palacio de Invierno de la Rusia de 1917? ¿O hay que pensar en una movilización popular con palos y machetes que, acompañando a su vanguardia armada, pueda desalojar al gobernante de turno como sucedió en la Nicaragua de 1979? ¿Constituyen los procesos democráticos -dentro de los límites infranqueables de las democracias burguesas- de Chile con Allende, o la actual Revolución Bolivariana en Venezuela, con la figura histórica de Chávez a la cabeza, modelos de transiciones al socialismo? ¿Cuáles son sus límites? ¿Se puede apostar hoy por movimientos armados, cuando vemos, por ejemplo, que todas las guerrillas en Latinoamérica ya han depuesto las armas? ¿Se puede revolucionar la sociedad y construir el socialismo con el “mandar desobedeciendo”, como pretende el movimiento zapatista en Chiapas? ¿Hay que participar en los marcos de la democracia representativa para ganar espacios desde allí? ¿Pueden ser los hackers hoy día una vía para golpear en los poderes?

Colombia, el ELN

Dado que no hay manual para esto, la respuesta debería ser amplia y ver como válidas todas esas alternativas. “Válidas” no significa ni infalibles ni seguras; son, en todo caso, pasos a seguir. ¿Hoy es pertinente levantar la lucha armada? De hecho, existe en algunos puntos del planeta (el movimiento naxalita en la India, por ejemplo, o una fuerza no desmovilizada en Colombia, el ELN), pero no está clara su real posibilidad de triunfo, dadas las tecnologías militares sofisticadas con que el sistema cuenta para defenderse.

En definitiva, golpeado como está hoy el campo popular, desarticulado y sin propuestas claras, muchos pueden ser los caminos para comenzar a construir alternativas.

Por ejemplo, todas las reivindicaciones de los pueblos originarios de América, que no son simplemente “reclamos territoriales” sino articuladas propuestas políticas alternativas al sistema-mundo imperante (con mayor o menor grado de organización, entre las que puede contarse el zapatismo en Chiapas o el movimiento mapuche en Chile, por mencionar algunas) pueden ser puertas a abrir. Queda claro que no hay “una” vía; distintas formas pueden ser pertinentes.

Quizá los movimientos populares amplios, los frentes, la unión de descontentos y la potenciación de rebeldías comunes pueden ser útiles en un momento. La presunta pureza doctrinaria de las vanguardias quizá hoy no sirva. Luchas anteriormente no muy tenidas en cuenta: contra el patriarcado, contra el racismo, contra la homofobia, por el medio ambiente, son partes fundamentales de una propuesta emancipatoria.

Pero no olvidar que son parte, en tanto que un proyecto revolucionario tiene que incluir todas estas luchas en forma articulada. Una propuesta real de transformación socialista tiene que abrazar simultáneamente todos esos planteamientos. Y todas esas iniciativas deben tener una mirada socialista de lucha contra la explotación económica. En otros términos: el socialismo es un cambio monumental en la visión del mundo, del ser humano, de la historia.

En realidad, las ideas aquí plasmadas no pretenden ser conclusiones sino preguntas a desarrollarse. Las mismas constituyen una invitación a profundizar estos debates, a enriquecerlos y darles vida. El mundo de ninguna manera puede ser una suma de “triunfadores” y “desechables”, tal como propone el capitalismo, por lo que esa búsqueda está abierta, invitándonos a zambullirnos en ella.

Cerremos con una frase del poeta Antonio Machado totalmente oportuna para el caso: “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar”.

ag/mc

*Catedrático universitario, politólogo y articulista argentino.

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