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jueves 21 de noviembre de 2024

Perú, la trampa electoral

Por Gustavo Espinoza M.*

Para Firmas Selectas de Prensa Latina

 

Pilar Roca, prolija historiadora y cineasta peruana de calidad, tuvo la feliz idea de sumergirse en el análisis de las cifras formales que proporcionó la Oficina Nacional de Procesos Electorales sobre el resultado de los comicios del pasado 10 de abril, y encontró lo que bien podría considerarse el hilo de la trama tramposa elaborada en el Perú, para eludir realmente la voluntad ciudadana.

El diario La República en su edición del 14 de abril añade otras cifras, pero coincide en las apreciaciones globales.Veamos qué nos dice Pilar:

La cantidad de votantes aptos para los comicios presidenciales y parlamentarios del 2016 es de 22 millones 901 mil 954 ciudadanos. Se atribuye a Keiko Fujimori el haber obtenido el 40% de los votos. Más precisamente, el 39.7 de éstos. Pues bien, el 40% de los 22 millones anotados, sería entonces 9. 160.781 votos.

La votación de Keiko, al 97.58 de los cómputos votos escrutados, es de 5 millones 853 mil 284. Esta cifra representa no el 40% de los votos, sino el 25.5 de los mismos.

El poder del dinero brilló en todo su esplendor en la campaña. Pero también la convergencia con otras estructuras del Estado. La trampa del 10 de abril funcionó a la perfección.

 

Por otra parte, la suma de todos los votos contabilizados y obtenidos por los nueve candidatos que arribaron finalmente a la meta es de 14 millones, 525.mil 098 electores. Esta cifra representa el 63% del total de votantes originalmente previstos, es decir ciudadanos con derecho a sufragar.

El 37.7% restante de electores no cumplió con su deber cívico. No fue a las urnas o, finalmente, optó por el vota viciado o en blanco. Ocho millones 376 mil 856 habrían actuado de ese modo.

El organismo electoral no ha precisado el origen de estas abstenciones y tampoco las ha tomado en cuenta. Pero sí las ha validado para distribuirla porcentualmente entre los candidatos legalizados. De ese modo, se habría incrementado  el sufragio en provecho de cada quien.

A Keiko, esa “distribución” le habría permitido subir de 25 a 39% su porcentaje. PPK, vio incrementado el suyo de 13.9, a 21.1 y Verónica Mendoza de 12.4 a 18.7. Los que más tienen, más ganan, como en los negocios.   

Complementando la idea, otros han acotado el hecho que del 100% de los votos emitidos, Keiko Fujimori realmente habría alcanzado el 26.3%. Pedro Pablo Kuczynski el 13.9% y Verónica Mendoza el 12.4%.

Hasta aquí, todo está claro. Lo que resulta más complicado, es comprender cómo una fuerza política que obtiene 5 millones de votos de un total de 22 –o si se quiere, de 14-, puede, al mismo tiempo, obtener 68 o 70 ubicaciones parlamentarias. Debiera haberle correspondido el 25 o el 26% del Congreso. Y no, el 51% ¿De dónde sale, amigo lector, la diferencia entre el porcentaje alcanzado, y el obtenido?

De hecho se han denunciado asuntos que no han sido ni respondidos, ni aclarados por el JNE y que la “prensa grande” simplemente ha callado. Saben de qué se trata.

En Chiclayo se encontraron células con votos marcados con la “K” de Keiko antes de ser introducidas en la urna. Y se mostró un video en el que se ve cómo un numeroso grupo de mujeres hace cola para recibir cédulas de sufragio con la “K” marcada para depositarlas luego a cambio de algo que alguien les deposita en la mano. Hechos similares ocurrieron en Lima, en San Martin de Porras, y en Piura, sin que se expresara nada por parte de las autoridades electorales.

Un video muestra cómo un numeroso grupo de mujeres hace cola para recibir cédulas de sufragio con la “K” marcada para depositarlas luego a cambio de algo que alguien les deposita en la mano.

 

Más grave aún: una mujer electora que concurrió a sufragar en el consulado del Perú en Roma, enfrentó el mismo fenómeno: boletas electorales marcadas con la “K” antes de ser depositadas.  Podría decirse que se trata de hechos aislados. Sí, claro. Fueron hechos aislados que se descubrieron y se denunciaron ¿Pero cuántos más hubo que no se descubrieron, ni se denunciaron? ¿Alguien lo sabe?

Viene a recuerdo la anécdota del amigo de Ramón Castilla, a quien éste nombró Vista de Aduana con un sueldo bajísimo. Cuando el beneficiado se quejó por su magro estipendio, el mandatario le dijo: “eso ganarás tú, por ver. Imagínate lo que ganarás, por no ver”. Pues, sí, las autoridades encargadas del proceso electoral, no vieron estas anormalidades.

Simplemente se hicieran de la vista gorda ante tales denuncias. “Como quien oye llover”, suele decirse cuando se ignora algo grave en una circunstancia. Ante la queja de los electores, pusieron “oídos de mostrador”.

No debiera, sin embargo, llamarnos mucho la atención. Después de todo, sancionaron con la exclusión del proceso a dos candidatos que tuvieron faltas que no eran consideradas tales por la ley que regía cuando los hechos ocurrieron. El argumento fue que “en la nueva norma”, esas faltas, si estaban contempladas.

A la inversa, cuando se debió establecer el “tope” electoral para alcanzar curules, o conservar la inscripción del Partido o Alianza; se resolvió modificar la norma que lo precisaba en un 7% arguyendo que la anterior -la vigente cuando se convocaron los comicios- establecía un 5%.

¿Y cuántos y quiénes se beneficiaron con la disposición?  Sólo Alan García y su alianza política que alcanzaron el 5.6%. Conservarán su inscripción como Partidos -APRA y PPC- y acreditarán tres congresistas. ¡Qué lecheros!

Entretanto, se manejó el escrutinio cuidadosamente para asegurar que en ningún caso Gregorio Santos llegue al 5%. Hasta el 4.1% se le permitió pero no más. Así, Democracia Directa perderá su inscripción, y Cajamarca no tendrá parlamentarios legítimos.

Porque aquí asomo una variante del fraude. En Cajamarca, Gregorio Santos y Democracia Directales ganaron a todos. Alcanzaron la más alta votación: el 38% de los votos, pero como el Partido a nivel nacional “no pasó la valla” esos congresistas perdieron el derecho a ser reconocidos. Su lugar, será ocupado por los  fujimoristas, que llegaron “placé” ¡Ya pues!. Aún así, hubo quienes, desde la izquierda, se alegraron de ello. “¡Bien hecho!”, dijeron.

La otra gran variante es el dinero. Ya Keiko dijo que los otros candidatos “recorrían el país en los últimos tres meses”. Ella, en cambio, aseguró que lo hacía durante cinco años. ¿Con qué recursos? ¿De dónde sacó el dinero para financiar una campaña unánimemente considerada como la más costosa de la historia electoral del Perú?

Nadie duda que ella tiene muchísimo dinero. Las sumas que se robaron durante el gobierno de su padre fueron simplemente fabulosas. Ella recorrió el país con el dinero de todos los peruanos. Pero seguramente también estuvo alimentada por otros apetitos: empresas en el exterior -como quedó en evidencia con los Panama Papers-;  a más de otras, de origen desconocido.

Mientras la Marcha del 5 de abril contra la Impunidad y la Corrupción concentró a centenares de miles de personas en todo el Perú -el país pudo ver las imágenes de ello-; la manifestación de Keiko en Mayorazgo congregó centenares de unidades de transporte  -pagadas, por cierto- que trasladaron  manifestantes de uno a otro confín de la ciudad.

El poder del dinero brilló en todo su esplendor en la campaña. Pero también la convergencia con otras estructuras del Estado. La Corte Suprema resolvió mantener en prisión a Gregorio Santos para que no pudiera hacer la más mínima campaña electoral, sin que -siquiera- otras corrientes de la izquierda protestaran por ello.

Con todos esos recursos ¿cómo no ganar elecciones? La trampa del 10 de abril funcionó a la perfección.

 

ag/gem

 

*Periodista y profesor peruano.
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