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jueves 21 de noviembre de 2024

Perú, lo que importa

Por Gustavo Espinoza M.

Para Firmas Selectas de Prensa Latina

 

Algunos se han preguntado, con una cierta dosis de angustia ¿a quién le importa que sea Kuczynski o Keiko Fujimori, presidente del Perú? Es bueno responder a esa interrogante sin desdeñarla, y actuar más bien con un sentido positivo del análisis político.

En la contienda del 5 de junio, PPK obtuvo 8 millones 589 mil 529 votos, en tanto que la candidata derrotada acumuló 8 millones 547 mil 845 votos. La suma de ambas cifras, arrojó 17 millones 137 mil 373 de votantes, que grafica el número de peruanos a los que sí les importa quién gobierne su país.

Pero hay más. A alguien extraño al drama nacional podría no importarle mostrarse indiferente ante todo; pero a los estudiantes asesinados en La Cantuta y a sus familiares, sí les importa. También a las víctimas de Barrios Altos y sus dolidos allegados; a los que cayeron en El Santa o en el Callao, en Lima o en Chimbote.

Es claro que Pedro Pablo Kuczynski no fue electo por el lado cuestionable de su programa, ni por sus antecedentes. Todos -incluso los suyos- reconocen que fue “una suma de factores” lo que le permitió alzarse con la victoria. Hoy hay que evaluar las cosas con sentido crítico y autocrítico.

A las mujeres esterilizadas contra su voluntad, también les importa. A los estudiantes encarcelados y torturados, a los centenares de miles de trabajadores despedidos, a los campesinos privados del acceso a la tierra también les importa.

No se puede ser tan insensible, o tan indolente, y asegurar que “todo es igual” y “siempre da lo mismo”. La vida nos ha mostrado lo errado de esa posición. Hubo, en los años 30 del siglo pasado, quienes creyeron en, Alemania, que era “igual” la República de Weimar que el partido hitleriano en el poder. La historia ¿les dio la razón? Millones pagaron con sus vidas en el mundo tamaña miopía.

Es claro que Pedro Pablo Kuczynski no fue electo por el lado cuestionable de su programa, ni por sus antecedentes. Todos -incluso los suyos- reconocen que fue “una suma de factores” lo que le permitió alzarse con la victoria al reducto fujimorista.  Hoy deberán -todos- evaluar las cosas con sentido crítico y autocrítico.

Con 73 congresistas fujimoristas, el parlamento será un escenario francamente hostil a PPK, pero no lo atacará por su disposición de acercarse al Fondo Monetario y negociar nuestros recursos. Por eso, lo respaldará sin renunciar un instante a su objetivo central: asegurar que el gobierno fracase. Será esa la manera clara de decirle a la gente “¿ya ven? ¿Para qué votaron por él?, si hubiesen elegido a Keiko, les habría ido mejor”.

Buscará derrotarlo, debilitarlo y desprestigiarlo al máximo. Algo así como hizo con Ollanta. El cogollo alanista del APRA y el fujimorismo lo tildaron al unísono: “improvisado”, “incapaz”, “inepto”, “traidor”. Al nuevo, le dirá lo mismo asegurando que “como es un viejito”, resulta “incapaz de gobernar”.

Si la izquierda parte de la base de que PPK es neoliberal y ella, por lo tanto debe ser una fuerza de “oposición”, le hará el juego a ese propósito. Los grandes medios de comunicación desesperan, augurando que será así. De ese modo, PPK quedará aislado. Acosado por la mafia y abandonado por el pueblo, será presa fácil de la voracidad de sus adversarios. Se lo comerán, como el sapo a la luciérnaga.

La tarea del pueblo -en el contexto de hoy- no es debilitar al gobierno de PPK, sino enfrentar a los verdaderos enemigos que tiene el país. Y debe hacerlo con claridad y  firmeza. Para eso, debe tener conciencia de sus responsabilidades y capacidad para encararlas.

La tarea no es debilitar al gobierno de PPK, sino enfrentar a los verdaderos enemigos del país, con claridad y firmeza. El tema da para mucho más, pero se irá pergeñando conforme se desarrollen los acontecimientos.

El Frente Amplio y sus aliados tendrán, sin duda, dos grandes áreas en las que se instalarán diferencias entre lo que quiere y lo que el nuevo gobierno piensa hacer. La economía es una de ellas.

Habrá por cierto notables diferencias referidas al TTP, a los Tratados de Libre Comercio, a la posición ante los organismos financieros internacionales, la inversión foránea, los contratos para la explotación de recursos, el papel del Estado, los salarios, las pensiones, y otros temas de innegable importancia. En cada uno de ellos -y otros más- el gobierno tendrá una opción y el movimiento popular otra.

Una segunda área de divergencia estará vinculada a la política exterior, sobre todo al escenario continental: Mercosur, Unasur, la Celac, la Alianza del Pacifico y el ALBA. En esta materia, Kuczynski optará por el imperio y el pueblo por la unidad continental, la independencia de los países, la soberanía de los Estados y el proceso emancipador de América Latina.

Se sabe -siempre se supo- que PPK estará en contra de Venezuela, y seguramente también contra Cuba. Más cautelosamente -por razones geopolíticas- obrará contra Evo, Correa y el movimiento progresista centroamericano y tratará de atar vínculos con la derecha chilena, el régimen de Macri, las autoridades corruptas lideradas por el “nuevo” mandatario brasileño y los hampones que conforman “la oposición venezolana”.

También en ese terreno habrá base suficiente para una diferencia constante y una confrontación categórica. De eso, debemos tener conciencia plena.

No obstante, el pueblo no votó por PPK sólo por anti fujimorismo, lo hizo porque fue consciente del peligro que implicaba extender la partida de nacimiento a un Narco Estado. Ese peligro no se ha esfumado, por arte de birlibirloque, con la votación del domingo pasado.

La estructura mafiosa que alienta el narcotráfico subsiste y está intacta. Hay que vencerla y vencer también la acción de todo el aparato que se montó en el país desde 1990, alimentado en su momento por Alan García. Ese aparato se nutre de jueces corruptos, de fiscales a su servicio, de procuradores dispuestos siempre a servir oscuros intereses.

Tenemos, en materia de derechos humanos, numerosas demandas pendientes: la reparación a las víctimas, la revisión de sentencias leoninas dictadas por el odio y la barbarie, la derrota del sicariato, el fin de la delincuencia artificialmente usada para desestabilizar la sociedad, la eliminación de los Escuadrones de la Muerte, que operan con impunidad y salvajismo, entre muchos otros temas.

En el plano de la política social también hay banderas que podemos enarbolar con mayor confianza que si el país enfrentara a un régimen fujimorista: los derechos laborales de los trabajadores, la negociación colectiva, el respeto a la legislación del trabajo, la salud y las pensiones, el apoyo a los maestros, el respaldo a las Universidades  Estatales.

Hay que enfrentar en todos los flancos la artillería sostenida de la “prensa grande”. Ella estuvo desde un inicio al lado de Keiko. Por eso dijimos en su momento que “El Comercio”, se convirtió en “El Komercio”, con la K de Keiko. Y no nos faltaba razón. Sólo en los últimos días el decano de la prensa nacional se dio cuenta del ridículo que estaba haciendo como gonfalonero de la mafia, y entonces reculó.

No obstante, hoy vuelve con lo mismo: “hay que forjar la unidad”, “concertar“, llegar a “acuerdos” para “sumar fuerzas”. Busca, en otras palabras, embellecer a la mafia para hacerla más digerible y atragantar con eso el guargüero de PPK.

El tema da para mucho más, pero se irá pergeñando conforme se desarrollen los acontecimientos. A ellos no hay que percibirlos con mirada de laboratorio, ni con análisis sesudos. Hay que palparlos en la lucha cotidiana de nuestro pueblo compartiendo sus acciones y sus esperanzas.

 

ag/gem

 

*Periodista y profesor peruano.
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