Por Kintto Lucas*
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Siempre estamos regresando de muchos lugares, reales o imaginados. Muchas veces regresamos sin regresar. A veces, incluso, viajamos a la raíz tratando de regresar a la tierra. Otras veces, en cambio, viajamos a la semilla para regresar al origen. La semilla es, para los campesinos, el origen de su vida, de sus sembrados, de su tierra. Sembrar es una forma de viajar al origen mismo de la vida. Es una forma de irse al origen. Cosechar, en cambio, es una forma de retornar del origen. De volver del origen. Sembrar y cosechar es como irse a volver de la semilla. La siembra y la cosecha son parte de la semilla.
La semilla es el inicio. La semilla es una mujer que siembra y se siembra…La canción Siembra, del grupo costarricense Rialengo, es un homenaje a las mujeres y hombres que se dedican a la pequeña agricultura y que cada día, anónimos, tal vez olvidados, siembran casi el 70 por ciento de los alimentos que se consumen en América Latina. Me voy a volver de la siembra y de la cosecha. Me voy a volver del inicio, o sea de la semilla.
La siembra es un acto de vida olvidado. Pero mañana, o sea ayer, como hoy, hay quienes cantan a los que siembran. Hay canciones que también se siembran, como las de Víctor Jara, sembrando siempre en el recuerdo. Tal vez en septiembre mucho más. Escuchar Plegaria a un labrador, y de fondo el ruido de un disco de vinil, cuyos surcos tienen a su vez muchos surcos, es como escuchar las huellas de la vida. Escuchar sus palabras y su canción saltando surcos en el acetato, es como escuchar la voz del labrador mientras va sembrando los surcos de la tierra.
“Y bueno, uno nunca sabe de pronto cuando nace una canción. Uno no sabe, no lo planifica, de pronto vienen cosas. Sí debo decir que cuando yo estuve por allá por la tierra de Cuzco pareciera que siempre estuve por ahí. Y pareciera que hubiera estado por ahí cuando hice esta canción que se llama Plegaria a un labrador”. Y la canción dice: “Levántate y mira la montaña / de donde viene el viento, el sol y el agua. / Tú que manejas el curso de los ríos, / tú que sembraste el vuelo de tu alma. / Levántate y mírate las manos / para crecer estréchala a tu hermano. / Juntos iremos unidos en la sangre / hoy es el tiempo que puede ser mañana… «.
Viajar a la semilla también puede ser retornar al vientre de la madre, o sea caminar hacia el futuro yendo al pasado. Alejo Carpentier intentó realizar ese viaje en un cuento. Bueno en realidad, no él, sino uno de sus personajes. Marcial viajó en el tiempo desde la muerte hasta el vientre de su madre, pasando por su juventud y su infancia en un recorrido fantástico. Al caminar el tiempo hacia atrás, Carpentier de alguna forma se pregunta y nos pregunta qué pasaría si después de la muerte volviéramos a empezar de nuevo y así poder construir una historia distinta a la anterior, una historia alternativa a la ya vivida. Y así sucesivamente, cuantas veces se crea necesario. Carpentier proponía volver a la semilla una y otra vez. En ese viaje de regreso, tal vez en la niñez se pueda encontrar a Melchor, un calesero que tal vez podía ser la imagen de un viejo rey mago.
“Melchor venía de muy lejos. Era nieto de príncipes vencidos. En su reino había elefantes, hipopótamos, tigres y jirafas. Ahí los hombres no trabajaban, como Don Abundio, en habitaciones oscuras, llenas de legajos. Vivían de ser más astutos que los animales. Uno de ellos sacó el gran cocodrilo del lago azul, ensartándolo con una pica oculta en los cuerpos apretados de doce ocas asadas. Melchor sabía canciones fáciles de aprender, porque las palabras no tenían significado y se repetían mucho. Robaba dulces en las cocinas; se escapaba, de noche, por la puerta de los cuadrerizos, y, cierta vez, había apedreado a los de la guardia civil, desapareciendo luego en las sombras de la calle de la Amargura» .
“En días de lluvia, sus botas se ponían a secar junto al fogón de la cocina. Marcial hubiese querido tener pies que llenaran tales botas. La derecha se llamaba Calambín. La izquierda, Calambán. Aquel hombre que dominaba los caballos cerreros con sólo encajarles dos dedos en los belfos; aquel señor de terciopelos y espuelas, que lucía chisteras tan altas, sabía también lo fresco que era un suelo de mármol en verano, y ocultaba debajo de los muebles una fruta o un pastel arrebatados a las bandejas destinadas al Gran Salón. Marcial y Melchor tenían en común un depósito secreto de grageas y almendras, que llamaban el ‘Urí, urí, urá’, con entendidas carcajadas”.
Melchor, el mago, también venía de muy lejos como sus otros dos amigos, Gaspar y Baltasar. Y por ahí cerca de dónde aparecieron los magos reyes, pero mucho, muchísimo antes, el ser humano realizó una de sus mayores creaciones cuando viajó a la semilla para domesticarla y surgió la agricultura. No fue magia de reyes magos: hace unos 10 mil 500 años, en el territorio de los que hoy es Irak, el ser humano se fue a volver de la semilla de trigo, y surgieron las plantaciones de trigo. Y luego en Asia el ser humano decidió irse a volver de la semilla de arroz y surgieron las plantaciones de arroz. Y en América el ser humano decidió irse a volver de la semilla de maíz y surgieron las plantaciones de maíz.
Hasta ahí, durante casi cuatro millones de años la humanidad se había alimentado con la caza, yendo de un lugar a otro, completando su alimentación con la recolección de algunas plantas silvestres. Pero, de un momento a otro, en diversas regiones a alguien se le ocurrió plantar las semillas, regarlas, esperar que crezcan y recolectar la planta.
En el Valle de Tehuacan, en Puebla, fueron encontradas las muestras más antiguas de maíz cultivado. Variedad de especies que tienen más de siete mil años. Los aztecas creían que la humanidad fue creada cinco veces. En la quinta generación los seres humanos domesticaron el maíz y por lo tanto fue su principal alimento y sus descendientes poblaron el mundo. Cuentan que hace miles de años antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían los animales que cazaban y algunas plantas. Pero la población empezó a crecer y el alimento a faltar.
Decepcionados, decidieron pedirle al nuevo dios, Quetzalcóatl, que les trajera el ansiado grano. Este, en lugar de intentar separar las montañas, preguntó a una hormiga roja en qué lugar exacto estaba el maíz. Luego de negarse algunas veces, ésta decidió enseñarle el lugar escondido en las montañas. Para acompañarla Quetzalcóatl se transformó en una hormiga negra y así, las dos hormiguitas, venciendo mil dificultades, finalmente llegaron al lugar. Quetzalcóatl tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y emprendió el regreso hacia la aldea. Al llegar, entregó el grano de maíz a los aztecas, quienes plantaron la semilla y obtuvieron la primera planta. Desde aquel momento, veneraron a Quetzalcóatl, que les llevó el maíz.
Desde entonces sembraron y cosecharon miles y miles de veces, y surgieron muchas variedades, y el maíz fue alimento e identidad de los pueblos de lo que hoy es México. Pero ya en nuestros días apareció un nuevo dios, el dios del Libre Comercio, conocido por esas tierras como TLCAN, que arrebató a los mexicanos el grano sabio. Así, México fue invadido por un maíz extraño conocido como transgénico llegado desde el país del norte.
Los mayas, en cambio, dicen que hubo varios intentos de los dioses para crear los seres humanos. Primero fueron de barro, después de madera y finalmente de maíz blanco y amarillo. Los mayas son hijos del maíz. Los incas también tienen un mito para explicar el origen del maíz. El dios Sol, el Inti, envió a su hijo Manco Capac y a su hija Mama Ocllo para que enseñaran a los seres humanos el arte de la agricultura. Y en el Valle del Cuzco crecieron las primeras plantas de maíz.
En China hay varios mitos sobre el origen del arroz. Se dice que la población pasaba una gran hambruna. Entonces la diosa Guan Yin tuvo piedad de la gente y decidió exprimir sus senos para darle su leche de alimento. Pero la leche primero flotó en el aire, entro en las semillas vacías de arroz y surgieron los granos de arroz. En Indonesia se dice que la diosa que protegía al pueblo del hambre fue asesinada y quemada. Cuando su cuerpo se estaba quemando, brotó el arroz de sus ojos y las plantas de sus senos.
En Vietnam cantadores y poetas le escribieron y cantaron al arroz. El revolucionario vietnamita Ho Chi Minh en sus poemas y escritos de la cárcel recordó la importancia del arroz, como alimento y como parte fundamental de la cultura de su pueblo. Su palabra sabia, desde la cárcel, se funde con la de Víctor Jara en El derecho a vivir en paz. La palabra del Tío Ho:
“Solo una taza de arroz para cada comida /Día y noche llora de hambre el estómago /Tres yuanes de arroz blanco no alcanzan para nada / La leña se vende como si fuera canela / y el arroz como si fuera perlas. / Cuando llegué, los arrozales estaban verdes / Ahora es ya el otoño y casi ha terminado la cosecha / En todas partes resplandecen la caras, / las sonrisas de los campesinos / Y se oyen canciones y risas / A través de los campos de arroz. / Cuánto debe sufrir el arroz bajo el triturador / Pero después de molido es blanco como el algodón / A menudo le sucede lo mismo a los hombres de este mundo / El aprendizaje de la desgracia los convierte en jade pulido”.
Muchas canciones, y muchas poesías y muchas pinturas se hicieron a la siembra en el mundo, y luego fueron siembra y cosecha en los caminos. Ahora podemos recordar la voz siempre viva de Mercedes Sosa cantándole a la siembra general de la América Latina, junto con el dúo brasileño Kleiton y Kledir: “mi guitarra es el arado que siembre en la oscuridad”. Siembra, la canción es de José Fogaza y Vitor Ramil. Placido Domingo, por su parte, en esa gran interpretación de la Canción del Sembrador dice: “Cuando siembro voy cantando, porque pienso que al cantar, con el trigo voy sembrando mis amores al azar”. No juzgues el día por la cosecha que has recogido, sino por las semillas que has plantado, dicen que dijo Stevenson. Y Nietzche: Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla.
Pero ahora podemos ir a la provincia de Jujuy en Argentina. Así, regresamos al maíz y a la realidad de los campesinos que plantan el maíz, o máis como dicen los protagonistas de La última siembra, una película del cineasta argentino Miguel Pereira que muestra la dura vida del labrador. Una historia de hoy y de siempre. De Chauki, el labrador de Jujuy en esa película, podemos caminar hacia a España, a la poesía de Miguel Hernández y escuchar El niño yuntero en la voz de Paco Valladares.
Pero ¿qué sería de la semilla sin la tierra? ¿Qué sería de los campesinos sin tierra donde plantar? Ahora, en busca de respuestas o de más preguntas, podríamos escuchar a la cantante colombiana Marta Gómez interpretar Tierra, tan solo, basada en un poema de Federico García Lorca. Pero, ¿qué sería de la semilla y de la tierra y de los campesinos sin el agua? La guerra por la propiedad del agua es en todo el mundo. La propiedad el agua será también poder. Por eso se ha querido privatizarla en tantas partes. Por eso, la lucha por el agua es permanente. Ahora podemos irnos a volver para escuchar al cantautor brasileño Guilherme Arantes interpretar Planeta Agua que dice así:
“Agua que nace en la fuente serena del mundo / Y que abre una profunda gruta / Agua que crea inocente riachuelo / Y desagua en la corriente del mar/ Aguas oscuras de los ríos / Que llevan a fertilidad al sertão/ Aguas que bañan aldeas / Y matan la sed de la población / Aguas que caen de las piedras / En el velo de las das cascadas, como un ronco de trueno / Y después duermen tranquilas / En el lecho de los lagos /Agua de los pantanos / Donde Ia madre del agua / Es una misteriosa canción / Agua que el sol evapora / Y va para el cielo en nubes dealgodón / Gotas de agua de lluvia / Alegre arcoíris sobre la plantación / Gotas de agua de lluvia / Tan tristes, son lágrimas en la inundación / Aguas que mueven molinos / Y siempre vuelven humildes /Para fondo de la tierra / Tierra! Planeta Agua».
La semilla, el agua, la tierra y el labrador corren peligro en el mundo de hoy. Se está sustituyendo el sabio saber ancestral por el interesado saber de las multinacionales transgénicas. Se está llevando a un par de grandes grupos transnacionales a ejercer el poder sobre la vida del mundo, el control sobre la semilla y los alimentos. Esos grupos se están apropiando de las semillas.
Sus pesticidas crean dependencia. Los campesinos quedan a un lado. Cinco empresas controlan la producción y comercio de la semilla y los paquetes químicos. Roundop o Glifosato son los principales químicos de la dependencia. La banda colombiano-argentina Che Sudaka hizo una canción que describe el significado del glifosato, es bueno escucharla antes del retorno a la semilla:
“Glifosato, matando la tierra / todo por su maldita soja transgénica / cuatro años tu campo te va a durar, / poco a poco un desierto habrá en su lugar. / Glifosato, matando la tierra / todas las especies que solían crecer ya no volverán / mientras tanto, las multinacionales / a costa de la vida de millones sus bolsillos llenarán”.
Vamos y Venimos de la cosecha. Vamos y venimos de la semilla. Del maíz, al arroz. Del arroz al trigo. Del maíz al trigo. Del trigo al arroz. De la semilla a la semilla. De la siembra a la palabra. De la palabra a la cosecha. De la cosecha nuevamente a la semilla.
ag/kl
(Textos del autor basados en su programa radial Me voy a volver)