Andrés Manuel López Obrador, el inteligente y preciso mandatario mexicano, dice, aludiendo al escenario de nuestro tiempo, que la OEA, es cosa de risa. Bien podríamos “piratear” la frase, y decir que en lo que concierne al Perú, la Mafia que pretende digitarlo, es también cosa de risa.
Si no constituyera una amenaza seria que pone en riesgo el futuro del país, podríamos tomar a chacota cada uno de los pasos que da la triada del Poder abyecto, en esta tierra olvidada por los buenos augurios, y propensa a las calamidades derivadas de la mano del hombre.
Cualquier observador extranjero podría divertirse a sus anchas y hasta la maravillosa Mafalda estaría dispuesta a reír a mandíbula batiente, si se le contara cada una de las ocurrencias que salen de los privilegiados cerebros de quienes ocupan hoy escaños en el Congreso de la Republica, ofician de columnistas en la prensa escrita, o repiten como papagayos sucesivas sandeces en los programas de la Tele.
Un papelón de cinco estrellas hizo el Presidente del Congreso con el tema de la “censura” al Ministro del Interior. Sus bancadas no pudieron alcanzar los votos necesarios para lograrla y, en lugar de irse a llorar a la playa, él optó por convocar a media semana un “Pleno Especial” para reconsiderar lo registrado en la sesión del pasado viernes. Ante el colapso descomunal de su “iniciativa”, el titular del cargo optó por “dejar sin efecto” la convocatoria aludida.
Para incrementar los niveles de torpeza, los congresistas ponentes de ese estropicio no tuvieron iniciativa más lúcida que anunciar que, muy pronto, volverán a presentar una nueva Moción de Censura contra el mismo Ministro, y por las mismas razones. Confirmaron que sólo ellos, pueden golpearse dos veces con la misma piedra.
Con este desenlace, quedó demostrado que el general José Williams puede ser un entorchado militar cubierto de oropeles, pero en política es un neófito. Aún está en pañales.
Sus colegas de bancada por su parte, no aciertan una. Censuraron al Titular de Vivienda, fracasaron ante el del Interior y ahora vuelven contra él; pero además, procuran censurar al de Defensa y al de Relaciones Exteriores. Así buscan demostrar que el Congreso tiene una actitud “dialogante”, un criterio “constructivo”, que no alienta la “confrontación, sino el acuerdo”. Cariño terruco, le llaman a eso. Y claro, al unísono, y en esta línea de despropósitos, la “Prensa Grande” se lamentará por la “incapacidad del gobierno”, que sólo atina a cambiar ministros. Ella le lleva la cuenta.
Vale la pena aludir también a la sideral ignorancia de la ex Presidenta del Congreso y hoy Presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara, y a la que César Hildebrandt simplemente puso en ridículo. La señora Alva aseguró que la República Saharaui, un país con medio millón de habitantes, era más pequeño que un Asentamiento Humano en la inhóspita costa limeña. “son apenas 40 carpas en el desierto”, nos dijo, sin atreverse a asegurar cuántas personas vivían en cada una de esas carpas.
¿Los Saharahuis no tienen territorio? ¡Vaya!, eso es como decir que los patriotas que luchaban en el Perú en 1810, eran nada, porque tampoco tenían territorio. ¡Claro que lo tenían ellos y los Saharahui lo tienen, sólo que está ocupado por una potencia extranjera: Marruecos. Esa Monarquía invadió esos territorios y oprimió a ese pueblo que hoy lucha por su independencia ¿Es muy difícil entenderlo?
Lo entendió el gobierno peruano del Presidente Balta en 1869 cuando reconoció a un gobierno que “tampoco tenía territorio”: el gobierno de Cuba en Armas, que luchaba contra el Poder Español. ¿Habrá leído algo de historia la señora Alva?
Seguramente no mucho, porque sus virginales neuronas, no saben que la Republica que ella niega, es reconocida por 80 países de Naciones Unidas y lo fue aquí por el Gobierno de Fernando Belaunde, el fundador de Acción Popular, el Partido de la señora Alva. ¿Pedirá la doña que expulsen al Bolívar que tiene al frente cuando sale de su deshonrado Palacio?
Y es que ella va más allá, asegura que Castillo no debió hablar en la ONU de Las Malvinas. Y claro, eso lo sustenta sabiamente un ex canciller sindicado con pruebas como agente de la Inteligencia de Estados Unidos y que hoy no tiene más argumento que considerar “una ofensa” a Gran Bretaña, “un país hermano que está de duelo por la muerte de la reina Isabel”, el demandar la revisión del Caso de Malvinas.
Se suele decir que cuando los brulotes se ofertan, más barato resulta comprarlos por docena. Y como parte de esa docena, está el tema del avión presidencial, sus pasajeros y sus correrías. Inventan, primero, aquello de “fray Castillo” en un viaje a Chiclayo, tal vez para comprar King Kong, como si a esa nave se pudiera trepar cualquiera sin el visto bueno de la Casa Militar y sin control de la FAP. Y luego abundan con el uso que el Mandatario le habría dado a ese avión para “viajar con sus familiares”.
¿Olvidaron acaso que Fujimori se iba a pescar a la selva con su Kenyi chiquito, y que trasladaba no solo familiares sino también droga allí? ¿No recuerdan la historia del “avión parrandero” de otras administraciones? Por lo demás, ¿quién controla los viajes de ese avioncito de marras? ¿Funcionan, o no, los servicios de inteligencia? ¿La DIRCOTE no sabe que un terrorista puede hacer de las suyas si no hay un control elemental?
Y claro, eso sucede en un país cuando la Fiscalía allana Palacio de Gobierno y deja intocadas Tacora y sus símiles, en un país en el que se libera a delincuentes, y encarcela a mujeres indefensas.
La revista “The Economist” asegura que la degradación de la política peruana, es extrema. Podría decir que el ridículo también. La congresista Rosángela Barbarán ni lo sospecha, como no sospechó tampoco que en el evento de “la Nueva Generación del Bi Centenario” se le colaran activistas que demandaran que se vaya ella, y que cierren del Legislativo.
Y en contrario, ¿Ya abrieron las rejas de la Plaza Bolívar? Eso permitirá a la gente aproximarse a su objetivo y clausurar ese ominoso Poder.
rm/gem
*Profesor y periodista peruano.