La coalición que apoyó al presidente Recep Tayyip Erdogan obtuvo la victoria en las elecciones presidenciales de Türkiye (Turquía) realizadas el pasado domingo 28 de mayo. Aunque en esta segunda vuelta el triunfo de Erdogan era esperado, resultó una sorpresa el amplio respaldo que recibió en las elecciones parlamentarias que acompañaron la primera vuelta el 14 de mayo.
El sistema presidencialista establecido en la Constitución del país tras el referéndum celebrado en abril de 2017, garantiza que el jefe de Estado posea una recia fuerza para la conducción y el control, no obstante un parlamento de mayoría opositora podría jugar un papel de contrapeso a la autoridad presidencial. Sin embargo, eso no ocurrió.
En política exterior, Erdogan continuará su manejo del “balance” entre Occidente y sus instituciones por un lado y Rusia, China y las suyas, por el otro. Su objetivo es obtener beneficios de las contradicciones.
En cualquier caso, un análisis sensato deberá considerar que en su nuevo mandato el presidente turco enfrentará una situación económica crítica signada por un abultado déficit en la balanza comercial y una deuda que sin ser muy alta se verá afectada por las gigantescas necesidades de la población. La tasa de riesgo del país es muy elevada, lo cual unido al ya mencionado déficit en el intercambio comercial producen un efecto que podría generar un tsunami en la economía. Habría que sumar a esto que, cálculos realizados por expertos han determinado que se necesitan 108 mil millones de dólares para restablecer el desastre producido por el terremoto del 6 de febrero de este año.
Así mismo, durante la campaña electoral, Erdogan y su coalición gastaron elevadas sumas de dinero que deberán reponer a la brevedad. Todo esto coloca bajo presión al reelegido presidente porque necesariamente tendrá que recurrir a buscar apoyo en el extranjero. Esta situación va a ser aprovechada por Estados Unidos y Europa para forzarlo a hacer concesiones en varios asuntos, pero sobre todo en lo relacionado al conflicto en Ucrania en el que Erdogan ha mantenido una aparente neutralidad.
De igual forma, es posible que la OTAN ejerza presión para que Turquía asuma una posición más firme en cuanto al uso por parte de Rusia del paso por los estrechos de los Dardanelos y el Bósforo que comunican al mar Negro con el Mediterráneo y sobre el cual Turquía posee una total soberanía. Occidente tratará incluso que Ankara transgreda la convención de Montreux de 1936 que también concede derechos plenos a Rusia para el tránsito de sus buques civiles por ser país ribereño del mar Negro. De esa manera, se intentará afectar y/o impedir el comercio de Rusia a través de esa importante ruta marítima.
Por otro lado, es probable que se incrementen las acciones de funcionarios del gobierno de Erdogan para dar apoyo a los musulmanes tártaros de Crimea, una de cuyas organizaciones, el batallón Noman Çelebicihan ha sido declarada como terrorista por Rusia. A Estados Unidos le interesa que Erdogan juegue un papel más relevante en este ámbito porque cumple simultáneamente dos objetivos: generar conflicto al interior de Crimea y debilitar la relación de Rusia con Turquía.
Otro tema que Erdogan deberá resolver si se quiere ganar el favor de Occidente es tomar una decisión definitiva respecto de su veto al ingreso de Suecia a la OTAN. Lo más probable es que termine aceptándolo a cambio de alguna contraprestación que está por determinarse.
En el plano del conflicto en Siria, Turquía ha mantenido su participación en el mecanismo cuatripartito auspiciado por Rusia y del que también forma parte Irán. Estados Unidos no ha manifestado total objeción a esta negociación, aspiraría a participar aunque sea de forma indirecta para manejarlo de acuerdo a sus intereses. A Washington le interesaría que Ankara ejerciera presión sobre Damasco a favor de una reforma constitucional que conduzca a un gobierno de transición y a nuevas elecciones. En este sentido, Estados Unidos pretende que Turquía le haga el trabajo. Está por verse si Erdogan acepta este papel o se limita a buscar sus propios objetivos en esta negociación en lo que dicen en relación al enfrentamiento del “problema kurdo” considerado de importancia trascendente en sus objetivos políticos.
Para el presidente turco, el manejo de las contradicciones está presente en el día a día de su gestión. Su ideología se orienta a reconstruir la Gran Turquía, es decir un poder que ejerza gran influencia regional y que obligue a las potencias a considerarlo un actor de primer orden en la toma de decisiones en Asia y en el mundo. Esto lo podría llevar a discordancias con China dado su apoyo al Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (MITO), organización uigur que opera en la provincia china de Xinjiang y que es considerada como terrorista por Beijing. Los uigures son una etnia túrquica musulmana que tiene grandes vínculos con Turquía.
Es un verdadero dilema saber cómo se manejará a futuro el presidente Erdogan en este marco de contradicciones que configura la identidad política internacional de Turquía pero es probable que se oriente a perseverar en lo que ha sido hasta ahora la práctica de su quehacer. Por una parte miembro de la OTAN junto a Estados Unidos y el Reino Unido y por otra “asociado en el diálogo” de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) junto a China y Rusia. En fecha reciente ha solicitado su ingreso al grupo BRICS contraviniendo el deseo de Washington de mantenerla bajo su control. Así mismo, es el único país de la OTAN que tiene relaciones con Afganistán y una embajada en Kabul.
Hasta ahora Erdogan ha podido sortear todo este entresijo de incompatibilidades incluso llegando a actuar exitosamente como mediador junto a la ONU para lograr el acuerdo de los granos entre Rusia y Ucrania que permitió la exportación de cereales, vitales productos alimenticios cuya carencia podría incrementar los niveles de pobreza y hambruna en varias lugares del planeta, en particular en África. De otro lado, es un exportador seguro de armas a Ucrania, teniendo un protagonismo en el envío de drones a Kiev. Habrá que observar si su capacidad de “equilibrio milagroso” puede sostenerse en el tiempo. Dadas las grandes implicaciones que ello tiene, el mundo estará muy pendiente de su “performance”.
rmh/srg