Desde muy pequeño fui gran lector de Emilio Salgari- sostiene el bardo en sus recuerdos- y de otros libros de aventuras. En el año 1923, la Federación de Estudiantes de Panamá con sede en el Instituto Nacional, abrió un concurso de cuentos para conmemorar la fecha de nuestra independencia.

El estudiante Bernardo Domínguez Alba (hoy Rogelio Sinán) obtuvo el Primer Premio, por su cuento firmado con el seudónimo de Domingo Alberti. El cuento, Viela di San Giovanni, fue publicado en los números 1 y 2 de la revista de la Federación, llamada Juventud, correspondientes a los días 6 y 23 de mayo de 1924.

Para ese momento, el estudiante Domínguez, estaba en su último año de secundaria y era graduando, hecho ocurrido en febrero de 1924 como Bachiller en Letras, del popular Nido de Águilas, como se conocía al Instituto, construido a escasos metros del límite de la colonial Zona del Canal imperialista.

Desde sus ventanas y calles citadinas, fue testigo de las reyertas entre panameños y marines gringos, de los constantes acosos de estos anglosajones racistas a las damas panameñas, y las intervenciones policiales para frenar las borracheras que estos escenificaban en los antros surgidos para atender sus “necesidades y necedades”.

Siendo testigo de estas situaciones degradantes para la nación y el alma del ser panameño, fue desarrollando no sólo una identidad, sino un pensamiento antiimperialista, anticolonial y patriótico; las cuales vertebrará posteriormente en su obra literaria.

Nacido en la isla de Taboga, frente a la ciudad de Panamá, en 1902, era de familia pudiente, y con esas inquietudes literarias, decide viajar a estudiar en el Instituto Pedagógico de Santiago de Chile, por sugerencias del maestro Octavio Méndez Pereira, quien había realizado sus estudios en ese pueblo de poetas- luchadores.

Allá conoció el mundo literario, vinculado a Suramérica y Europa. Conoció a Gabriela Mistral y Neftalí Ricardo Reyes Basoalto (Pablo Neruda) nacido en Parral, en 1904.

Neftalí, también militó en la Federación de Estudiantes de Chile: Yo había sido en Temuco el corresponsal de la revista Claridad, órgano de la Federación de Estudiantes, y vendía 20 o 30 ejemplares entre mis compañeros de liceo.

Las noticias que el año de 1920 nos llegaron a Temuco marcaron a mi generación con cicatrices sangrientas.

La “juventud dorada”, hija de la oligarquía, había asaltado y destruido el local de la Federación de Estudiantes. La justicia, que desde la colonia hasta el presente ha estado al servicio de los ricos, no encarceló a los asaltantes, sino a los asaltados.

Domingo Gómez Rojas, joven esperanza de la poesía chilena, enloqueció y murió torturado en un calabozo.

La persecución de este crimen, dentro de las circunstancias nacionales de un pequeño país, fue tan profunda y vasta como habría de ser el asesinato en Granada de Federico García Lorca.

Cuando llegué a Santiago, en marzo de 1921, para incorporarme a la Universidad, la capital chilena no tenía más de quinientos mil habitantes.

Olía a gas y a café. Miles de casas estaban ocupadas por gentes desconocidas y por chinches. El transporte en las calles lo hacían pequeños y destartalados tranvías, que se movían trabajosamente con gran bullicio de fierros y campanillas.

Era interminable el trayecto entre la Avenida Independencia y el otro extremo de la capital, cerca de la Estación central, donde estaba mi colegio.

Es importante resaltar, los profesores del joven Bernardo en el Instituto Nacional, quienes incentivaban a los estudiantes con ideas revolucionarias: eran peruanos, venezolanos, colombianos, y españoles, muchos de ellos docentes en el Instituto.

Destacan de esa camada de peruanos; Esteban Pavletich, quien se escribía con José Carlos Mariategui, gran marxista- leninista, fundador del Partido Socialista Peruano, y quien luego del movimiento inquilinario realizado en octubre de 1925 en esta patria intervenida, sería secretario del general de hombres libres, el nicaragüense Augusto César Sandino, quien derrotaría a las tropas yanquis en su patria.

Luis Francisco Bustamante, Jacobo Hurwitz, Nicolás Terreros, exiliados por el presidente Augusto B. Leguía, eran peruanos apristas, quienes habían militado en la Federación de Estudiantes del Perú, dominando intelectualmente con la orientación de la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina.

De los venezolanos estuvo entre nosotros, en esos años, Salvador de la Plaza, otro gran dirigente comunista, Ricardo Martínez, y José Pío Tamayo, quienes también daban clases a los jóvenes estudiantes panameños, sobresaliendo Diógenes de la Rosa, y Manuel Rodríguez, quienes serán dirigentes de la primera Federación de Estudiantes de Panamá, fundada en 1922.

No podemos dejar de mencionar, un año antes los panameños con la influencia de José María Blázquez de Pedro, anarco sindicalista de orientación comunista, español, fundaban el Grupo Comunista en 1921, el cual trabaja políticamente en la Federación Obrera de la República de Panamá, creada un año antes, y con fuerte influencia liberal.

Finalmente, estaba Carlos Manuel Céspedes Jr., socialista colombiano, y los hermanos españoles José María Blázquez de Pedro y su hermano Martín.

Ese año se fundaba la agrupación con ribetes masónicos denominada Acción Comunal, la cual recibía influencias del aprismo peruano de Víctor Raúl Haya de la Torre, quien transitó por Panamá rumbo a México, siendo recibido por los exiliados peruanos, colombianos y venezolanos en esta ciudad.

Fue un año importante. León Trotsky publicaba su obra Literatura y Revolución, José Carlos Mariátegui- primer marxista leninista de Nuestra América- arriba a su patria peruana, un 17 de marzo de 1923, casado y con su primer hijo. Haya de la Torre quien era el fundador y rector de la Universidad Popular González Prada, le invita a dar conferencias sobre la crisis planetaria derivada de la Primera Guerra Mundial. José Carlos asumió la dirección de la revista Claridad, al ser perseguido y expulsado del país su fundador Víctor Raúl, por el presidente Augusto Leguía.

Haya de la Torre desembarcó en ciudad de Panamá, y conversó con exiliados y panameños. También fue el año del asesinato del popular jefe guerrillero mejicano, Pancho Villa, por sus enemigos imperialistas y oligarcas, un 20 de julio de 1923.

Esta era la base cultural universal, americanista de la cual bebe el joven Bernardo, y será allá en Chile donde conocerá de la represión al movimiento popular organizado, quien se enfrenta a la rebaja de alquileres en el denominado movimiento inquilinario de octubre, 1925. Los revolucionarios suramericanos, luego de la represión policial y posterior intervención del ejército colonial estadounidense al movimiento y a su Sindicato General de Trabajadores (SGT) creado en 1924, deciden renunciar a sus funciones docentes y salir rumbo a México.

Eran años de mística, sacrificio de los jóvenes, los cuales querían tomarse el mundo por asalto.

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