Una conocida fábula atribuida a Esopo nos narra la historia de una zorra que, empeñada en comer uvas, acudió a buscarlas, pero no logró su objetivo dada su pequeña estatura y la ubicación elevada del parral. Como un modo de consolarse, terminó diciéndose: “pero esas uvas, no están maduras…”.
Por Gustavo Espinoza M.
Colaborador de Prensa Latina
Algo parecido le ocurrió a Dina Boluarte. Buscó afanosamente trasladarse a Nueva York para lucir su figura en el podio de la ONU y volver aquí jactándose de “reconocimientos recibidos” y “contactos logrados”. La decisión parlamentaria de negarle el permiso constitucional la puso en su lugar, y terminó diciendo que eso “carecía de importancia”.
Las protestas ciudadanas extendidas por todo el país, los voraces incendios declarados en la Amazonía, la dramática destrucción de la biodiversidad y la votación congresal aludida muestran hoy a la precaria ocupante del Palacio de Gobierno, y nos indican que ella está al borde del abismo.
Si a esto le sumamos el texto de los audios recientemente conocidos que muestran el chantaje revelado contra ella por parte de sus precarios aliados para exigirle cupos en su espurio Gabinete Ministerial, tendremos una idea más clara del asunto. Todo indica que los días de la mandataria en el poder no serán numerosos.
Quizá los últimos episodios políticos hayan servido para cimentar esa idea. El comportamiento servil de Dina Boluarte en el marco de los funerales de Fujimori, la insensibilidad clamorosa mostrada ante el drama de las poblaciones afectadas por los incendios forestales, y sus desplantes ante la demanda cívica de la ciudadanía para que atienda los requerimientos de las poblaciones, no hizo sino alimentar la idea que estamos al frente de un personaje elemental y fronterizo, que carece de capacidad y no puede administrar un cargo.
Finalmente, prefiere enlodarse en la miasma de la corrupción porque no mira más allá de sus propios y mezquinos intereses.
El manejo del poder en el marco de los funerales de Fujimori carece de sentido. Independientemente de lo que piense cada quién respecto al difunto, el mundo tiene una clara imagen de lo que fue este hombrecillo al que en su momento consideró uno de los siete más corruptos dictadores de los dos últimos siglos.
Si revisamos el fin de cada uno, podríamos afirmar que ellos tuvieron un final ignominioso, salvo MoahammadHaji Suharto, el despiadado dictador de Indonesia que murió impune el 17 de mayo del 2008 protegido por su sucesor SusilBambangYudhoyeni, quien dispuso en su homenaje una semana de luto.
Todos los otros cayeron sin pena ni gloria y finalmente fueron considerados por sus pueblos como un legado funesto de designios fatales. Así fue con Ferdinand Marcos y su esposa Emelda, en Filipinas; con Fulgencio Batista, que murió en Marbella en 1973; “Tachito” Somoza, abatido en Paraguay en 1980; Alfredo Stroessner, fallecido en el exilio brasileño en agosto del 2006; Jorge Rafael Videla, que viera la luz por última vez en el Penal de Marcos de Paz el 17 de mayo del 2013; o Augusto Pinochet, sepultado en Santiago de Chile sin rituales de honor en diciembre del 2006. Todos vivieron su final, acosados por el tormento de sus crímenes, sin pagar sus latrocinios. Fujimori fue casi la excepción.
¿Cómo nos habrán visto desde el exterior mirando los funerales de Estado conferidos a Alberto Fujimori pese a su inconmensurable prontuario de crímenes, robos y otros latrocinios? ¿Cómo nos verán sabiendo que, en paralelo a tales homenajes, se incendió la Amazonía ante la desoladora indiferencia del Estado? ¿Y qué impresión les quedará ahora al saber que la “mandataria” no puede salir del país porque su propio Congreso servil le niega el permiso?
Por lo pronto, habrá quienes se espanten conociendo los alcances de la nueva ley forestal promovida por el Ejecutivo y sancionada por el Congreso, y de resultas de la cual se expandirá el mercado de tierras agrícolas, de concesiones mineras, petroleras y de bosques; así como la habilitación de tierras urbanas y la desaparición de cultivos de frutales y alimentos.
Y naturalmente también verán con preocupación el descenso del nivel de las aguas de los ríos de la selva, la desaparición de la flora y fauna silvestre, el abandono de los pastizales, la sequedad del ambiente y la muerte de decenas de personas agobiadas por la crisis y abandonadas por las autoridades que miran el cielo y esperan la lluvia.
Pareciera que, finalmente, la Clase Dominante se cansó de Dina Boluarte y se dispone a deshacerse de ella un poco como se deshace del papel higiénico una vez que lo usa en el sanitario.
Se valdrá entonces del Congreso de la República para este efecto, pero los parlamentarios -para actuar- necesitarán de sus propios paraguas, aquellos que los protejan. Esperarán el momento. Y será cuando puedan “vacar” a la señora sin que ella pueda “cerrar” el Legislativo. El tiempo, entonces, se acorta.
Si Alberto Fujimori fue sepultado políticamente el 14 de septiembre del 2000 cuando se mostraron los videos de la corrupción, físicamente eso ocurrió 24 años más tarde, el 14 de septiembre del 2024. Otra coincidencia que no es casualidad.
Aunque para la zorra las uvas estén verdes, pareciera que para muchos, maduran ya.
arb/gem