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sábado 19 de octubre de 2024
dina boluarte

PERÚ. EL TERRORISMO MÁGICO

Por Gustavo Espinoza M.

Dina Boluarte ha creado “el terrorismo de imagen”, una expresión que pretende convencernos de una abstracción que se convierte en realidad siniestra casi por arte de magia. La idea, tomada de algún acucioso “asesor”, forma parte de un esquema más amplio, el llamado “terrorismo urbano” que sintetiza la voluntad del régimen por atribuir connotación sediciosa a todo lo que afecta sus intereses y, por tanto, debe reprimir y bloquear.

Pero lo que en verdad ha querido crear con sus especulaciones, es otra figura: el terrorismo mágico. Esta, convierte una protesta cívica en una acción subversiva; a un hombre consciente, en un vulgar delincuente; asegura que quien gobierna, representa el bien, y que el hambre y la miseria, no existen. Que vivimos en el mejor de los mundos, pero que, como somos pro terrucos, no lo vemos.

De ese modo y gracias a tan sugerente metamorfosis, la detención callejera de un individuo cualquiera puede diseñar automáticamente un reo de alta peligrosidad condenado a 20 años de cárcel para ser cumplidos en Challapalca, o en un Campo de Concentración en la selva. El pitazo inicial de ese partido se jugó el jueves pasado, pero ya tiene antecedentes. Por eso se habla otra vez aquí de víctimas de la represión. Unos, fueron asesinados; pero otros andan ya tras las rejas. Pronto serán más.

Con la complicidad de la “Prensa Grande” el régimen busca embellecer el rostro de la policía. Pero no puede soslayar que habitualmente se encuentran uniformes policiales, armas de fuego, insignias y otras vituallas, en manos de bandas comunes y silvestres; de tal modo que nunca se sabe si quienes te asaltan, son delincuentes disfrazados de policías, o policías disfrazados de delincuentes.

Por lo demás, son los trasportistas los que saben que policías son sus primeros extorsionadores: los detienen y les cobran una coima para no sancionarlos con una papeleta onerosa. Ahora, les demandan que confíen en ellos, para “protegerlos” de extorsionadores mayores. Pero esa policía, protege a los extorsionadores y apalea a los extorsionados.

¿Hay policías confiables? Claro que sí. Honrados, pero ocurre que ellos ven a sus “superiores” recibir pasajes de las empresas de Chibolín, para pasar unos días en Panamá, a todo lujo, y recibiendo prebendas. El ejemplo les llega, y carcome a la institución de arriba a abajo. Por lo demás, los pobladores de diversas zonas de la capital, vieron el pasado jueves- por primera vez- a miles de policías, y se preguntaron ¿Por qué no estarán cuando vienen extorsionadores y delincuentes?

Lo que ocurre es que esta vez no vinieron a “proteger” a nadie, sino a impedir el Paro, las movilizaciones y las Marchas. Son delitos, dijo el titular del Interior. Palo entonces. Si los pobladores quieren ver hartos policías, es muy fácil: organicen una marcha al Congreso, y verán otra vez miles con cascos, fusiles y varas, siempre listos.

La ciudadanía lucha por la derogatoria de leyes aprobadas por el Congreso y saludadas por el régimen. Ellas protegen y benefician a la delincuencia organizada, disminuyen las penas para diversos delitos, amparan a procesados mafiosos; pero al mismo tiempo consideran “acciones terroristas” la resistencia al actuar abusivo del gobierno y sus estructuras de Poder.

Se dice, y es verdad, que muchas veces Fiscales y Jueces liberan delincuentes. Es el caso de Emma Benavides, por ejemplo. Se oculta que, en otras, la policía acusa a inocentes porque no le interesa saber qué ocurrió, sino encontrar culpables. Resulta fácil moler a palos a un sujeto para que “confiese” o “sembrarlo”- como se ha denunciado- para “cerrar un caso”.

Se puede estar de acuerdo, o no, con Vladimir Cerrón, pero ha pasado un año y no ha sido capturado. Solo hay dos explicaciones; o no quieren, o no pueden. Si es lo primero, son cómplices, Y si es lo segundo, son inútiles. En uno u otro caso, no sirven para nada.
La ultraderecha dice que “hay que acabar con el odio”. Pero en el editorial de Expreso del domingo 6 de octubre, le dicen a Martin Vizcarra “tipejo”, ”estúpido”, “miserable”, “canalla”, “abyecto”, “repugnante”, por el Referéndum que impulsó en su momento para recoger la opinión ciudadana. Lo mismo ocurre cuando escriben sobre Francisco Sagasti. Y es que, si uno de los dos pasara a la segunda vuelta el 2026 contra Keiko Fujimori, ganaría en apoteósica goleada. Por eso los odian, Pero odian todo: al cantante Julio Humala le prohibieron acceso al Museo de la Nación por ser “contestatario”.

Recientemente, en calurosos eventos de la Izquierda, se habló mucho de construir la Unidad del Movimiento Popular, ¿Pero no es ésta una excelente ocasión para forjar esa unidad? ¿No presupondría ella combatir juntos, marchar juntos, pelear juntos y enfrentar juntos a un gobierno que, finalmente, es enemigo de todos? Ya pues: la unidad se da en la acción, o no se da.

Que el gobierno está en las nubes, eso lo sabe hasta el más despistado. Hoy busca comprar aviones de guerra “para enfrentar a Chile”, en tanto que Dina busca adquirir un nuevo “avión presidencial”, el Comando de la Policía Nacional trabaja prolijamente para elegir a la reina de belleza que la represente el 2024, y oficiales del ejército se divierten bailando a sus anchas en los días de “emergencia” en los suburbios de la capital.

El Terrorismo Mágico sirve para muchas cosas. Pero, sobre todo, convierte al país, en un caos.

rmh/gem

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