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lunes 31 de marzo de 2025

El papel de Francia en la formación de una ideología destructiva

Por Leoníd V. Savin

El 14 de septiembre de este año fue arrestado en Francia por agentes de la Dirección General de la Seguridad Interior el activista y luchador contra el neocolonialismo Kemi Seba. Junto a él, fue también detenido Henry Djehuty.

El motivo real de la detención de esta dos personas se relaciona con la participación de Kemi Seba en la conferencia internacional “La política neocolonialista de Francia en África”, celebrada en Bakú, donde en su intervención acusó a Macron y a la oligarquía francesa de ser responsables de las violaciones a los derechos de los africanos y también por sus críticas a la posición oficial de París sobre el conflicto en el Alto Karabaj. Luego de esto, participó en una serie de encuentros en España y Bélgica.

El abogado de Kemi Seba ha declarado que su representado podría ser sancionado a cumplir una condena en Francia de hasta 30 años de privación de libertad, a pesar de que arribó al país portando pasaporte diplomático. Este arresto se traduce en una clara violación de las convenciones de Viena sobre las relaciones diplomáticas.

Anteriormente, de manera premeditada y por motivos similares, Francia retuvo al creador de la red social Telegram, Pável Dúrov, a quien obligó a llegar a un acuerdo con las autoridades galas.

En el contexto global, vale resaltar los problemas que está presentando Francia en sus relaciones con un grupo de países africanos, en particular, con los que se encuentran en la línea de Sahel. Los disturbios en Nueva Caledonia y Martinica, donde lo más evidente era la exigencia de la población a que Francia respetara sus derechos, incluido el derecho a la autodeterminación, hablan por sí solos.

París, en tanto, reacciona a estos eventos empleando métodos de violencia autoritaria en un esfuerzo por mantener su estatus neocolonial desde las costas de América del Sur hasta el océano Pacífico. Y aunque con mucha frecuencia las críticas sobre prácticas racistas, colonialistas y otras formas de dominación se dirigen a Estados Unidos y Gran Bretaña, el papel de Francia en estos procesos a lo largo de la historia es bien significativo.

Además, si se lo analizamos objetivamente, podríamos concluir que fue precisamente en Francia donde surgieron las formas ideológicas más espantosas: desde el racismo y el chovinismo hasta el nazismo y el terrorismo de Estado.

En los tiempos de la Revolución Francesa, fue la guillotina el principal instrumento para aterrorizar al pueblo. En el ejemplo del destino de Robespierre sabemos cuán efectiva fue la guillotina en su uso no solo contra la familia real y la nobleza, sino también contra los propios revolucionarios. Fue precisamente en Francia y en ese momento que nació el concepto de terrorismo de Estado.

Desde la época de Napoleón Bonaparte se abrió una nueva página de la historia francesa caracterizada por la contribución de este Estado al surgimiento y consolidación de los movimientos autoritarios. La ocupación de España, así como la subordinación de Bélgica, parte de los territorios de la actual Italia, Holanda y Suiza, y luego la campaña contra Rusia, que terminó con el descalabro del ejército francés, no fue otra cosa que el intento por establecer el control más absoluto sobre Europa. La Era napoleónica dio lugar a un fenómeno como el “Bonapartismo”.

Aproximadamente cien años después, Adolfo Hitler intentó repetir este escenario de “unificación de Europa”. Al mismo tiempo, sus ideas sobre la nación alemana como una raza superior fueron extraídas también de los franceses. “La experiencia sobre la desigualdad de las razas humanas”, escrita por el Barón francés Arthur de Gobineau en la segunda mitad del siglo XIX, no fue un trabajo científico, sino una entelequia orientada a manipular a las masas.

Incluso, antes de él, los escritores de ficción franceses exaltaron la imagen de un personaje ficticio: Nicolás Chauvin, que “adora a un solo Dios… ¡a mi patria!”. De ahí proviene el término chovinismo. En general, si consideramos la literatura francesa de esa época, encontramos un patrón sorprendente: ¡toda está dedicada a la vida de los héroes franceses, como si el resto del mundo girara alrededor de ellos!

El papel histórico de Francia en el fomento de las ideologías totalitarias no termina ahí. Después de todo, el antepasado inmediato del fascismo europeo también fue un francés: Charles Morras. Originario de la burguesía rural, fue el principal ideólogo de la organización política “Action Française” (Acción Francesa), aunque los autores del manifiesto constituyente, publicado en diciembre de 1898 fueron Maurice Pujot, Henri Vojois y Pierre Lasser, Morras se unió inmediatamente a ellos en calidad de líder y comenzó a convencer a los partidarios de la organización de la necesidad de luchar para tomar el poder y combatir las amenazas para el país.

Los partidarios de la “Acción Francesa” identificaban como principal amenaza las que consideraban relacionadas con las acciones de la “Liga de Defensa de los Derechos Humanos”, que abogaba a favor de Alfred Dreyfus. Este era un oficial del ejército que fue acusado falsamente de transmitir información secreta a la parte alemana (más tarde se demostró que las acusaciones fueron falsificadas).
En 1905, la Acción Francesa ya actuaba como organización política, convirtiéndose en una especie de modelo, tanto para Benito Mussolini en Italia como para Hitler en Alemania. La dirección de la Acción Francesa distinguió tres series de enemigos contra los cuales se declaró en guerra:

1. Políticos (liberales, demócratas, socialistas, comunistas y anarquistas);

2. Estamentales (judíos, protestantes, masones y metecos, privados de derechos civiles);

3. Externos (alemanes e ingleses).

Criterios similares, con algunos ajustes y matices, se utilizaron en el Tercer Reich. Los gitanos y los eslavos también fueron alistados en calidad de enemigos estamentales.

Como vemos, este “historial” de Francia es bastante amplio. La política neocolonial en los llamados territorios de ultramar continúa, como mismo continúa el apoyo de Francia al régimen ilegítimo de Volodimir Zelenski en Ucrania, un régimen que manifiesta claros signos neonazis.

Por lo tanto, el arresto de Kemi Seba no es más que un nuevo intento por evitar la continuación de la lucha anticolonial y antirracista, lucha que se está expandiendo y, teniendo en cuenta el gran número de personas de color en Francia, podría convertirse en una amenaza con extenderse a la parte continental.

(Traducción del ruso. Oscar Julián Villar Barroso. Doctor en Ciencias Históricas y Profesor Titular de la Universidad de La Habana)

rmh/ls

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