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domingo 9 de marzo de 2025

Política de Donald Trump y analogías históricas

Después del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, comenzaron numerosas comparaciones con los anteriores presidentes de los Estados Unidos. La mayoría de los comentaristas indicaron que esta es la segunda ocasión en que un candidato se convierte en presidente para un segundo mandato con una pausa de un período en el desempeño de sus funciones presidenciales.
El anterior fue Stephen Grover Cleveland (1885-89 y 1893-97), cuando asumió como el 22º y el 24º presidente, respectivamente. Ahí terminaron las comparaciones con Cleveland, quien por cierto, era un presbítero del partido Demócrata.
El sociólogo argentino Atilio Borón llamó la atención sobre otra figura: William McKinley, presidente de los Estados Unidos de 1897 a 1901, que fue quien reemplazó a Cleveland. Y aquí hay muchas más comparaciones. McKinley era republicano, y bajo él los Estados Unidos aumentaron significativamente su poder regional. Las islas hawaianas fueron anexadas, comenzó la guerra contra España, como resultado de la cual Washington obtuvo el control de Puerto Rico, Guam, Filipinas y Cuba. Especialmente interesante es la historia de Cuba, que en ese momento estaba librando una guerra por su independencia de España.
Los patriotas cubanos no pidieron la ayuda de los Estados Unidos, ya que entendieron lo que podría resultar de ello (esto fue advertido por José Martí, quien murió al comienzo de la tercera guerra de independencia). Luego, los Estados Unidos introdujeron en febrero de 1898 el acorazado Maine en la bahía de la Habana, que sorprendentemente explotó unos días después. Por supuesto, la culpa fue atribuida a España, a pesar del hecho de que la parte española participó activamente en la investigación.
Tal alarde de Trump sobre la posible captura del canal de Panamá, la adquisición de Groenlandia y la inclusión de Canadá en los Estados Unidos dan ciertos paralelismos con las actividades de McKinley. En general, para los países de América Latina, como parte de la estrategia de la doctrina Monroe 2.0, tal símil entre Trump y McKinley es bastante lógico.
Empero, hay otra figura que está más cerca de Trump tanto en espíritu como en tiempo. Y en cuanto a Rusia, a la luz de esta experiencia negativa, también causa cierta cautela.
Es Ronald Reagan el referente más indicado. Además, Trump conocía personalmente a Reagan y lo consideraba su ídolo político. ¿En qué se sustentan las comparaciones entre estos líderes? Primero, ambos eran forasteros políticos, pero pudieron ganar los votos de la mayoría de los estadounidenses. Ambos sufrieron intentos de asesinato (Reagan fue herido más gravemente que Trump, a quien le rasgaron una oreja). Y el eslogan “Make America Great Again” le pertenece a Ronald Reagan.
Además, en el campo de las guerras de aranceles, Reagan los impuso del 100 por ciento a los productos electrónicos japoneses, limitando efectivamente el flujo de las mercancías de ese satélite hacia su país. Lo mismo hizo Trump, pero a mayor escala.
También la declaración de Donald Trump sobre la necesidad de crear una “Cúpula de Hierro” para Estados Unidos sobre la base de la revisión del sistema de defensa antimisiles y la participación de las fuerzas Espaciales de los Estados Unidos (creadas precisamente durante el primer mandato presidencial de Donald Trump) se hacen eco claramente de la Iniciativa de Defensa Estratégica de Reagan. Aunque en los lejanos 80, ésta terminó en nada, los contratistas de defensa se beneficiaron de ella.
La distensión con la Unión Soviética llevó a la reducción de armas y luego al colapso de la URSS. Ya no era necesario defenderse de los misiles nucleares soviéticos, y los Estados Unidos controlaron directamente su destrucción, así como la exportación de portadores y ojivas existentes de Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán independientes.
Las negociaciones actuales entre Estados Unidos y Rusia también plantean la pregunta: ¿Puede o no repetirse un escenario similar cuando Washington, bajo buenas intenciones, comenzará a recibir tecnologías rusas (por ejemplo, portadores hipersónicos) que no han podido desarrollar en los Estados Unidos? No es casualidad que después de las primeras conversaciones en Riad, hablaron sobre la cooperación en el espacio.
Los recursos son otro posible interés de los Estados Unidos y, una vez más, las declaraciones sobre la cooperación en el Ártico pueden tener esa posición inicial de Washington.
Hay otra característica común, no explícita, pero muy importante a la hora de tomar decisiones. Es la religión. Ambos, Ronald Reagan y Donald Trump son protestantes presbiterianos, y gravitan hacia formas extrañas. Entonces, Reagan fue exaltado por una secta de dispensacionalistas, que interpretaron específicamente la confrontación entre los Estados Unidos y la URSS en la era de la Guerra Fría y asociaron el Apocalipsis con la guerra nuclear.
Según sus puntos de vista, los estadounidenses son los elegidos por Dios y una parte de los israelitas se salvarán milagrosamente después del Armagedón, después de lo cual vendrá la prosperidad universal.
En general, el dispensacionalismo, en sus diferentes interpretaciones, se ha convertido en una especie de religión civil en los Estados Unidos, donde sus seguidores justifican cualquier acción de Washington en política exterior, incluida la intervención militar, porque todo se hace “por el bien de toda la humanidad”. Trump tiene puntos de vista similares, y su “confesor” personal es la tele predicadora Paula White.
Ahora, este pastor con falda dirige la oficina de fe de la Casa Blanca (White House Faith Office). A juzgar por sus declaraciones, así como las realizadas durante una reunión a principios de febrero con el primer ministro Benjamin Netanyahu, ella pertenece al grupo de los sionistas cristianos. Y el apoyo de Donald Trump a las acciones de Israel contra los palestinos confirma el hecho de que las opiniones religiosas están detrás de las decisiones políticas.
Quizás la diferencia significativa entre las políticas de Reagan y Trump es el tema de la migración. El 6 de noviembre de 1986, Ronald Reagan firmó La ley de reforma y control de inmigración. El efecto más significativo de esta ley fue que permitió a los inmigrantes que ingresaron ilegalmente a los Estados Unidos antes del 1 de enero de 1982 solicitar el estatuto legal, sujeto al pago de multas e impuestos impagos. Esta disposición, que el propio Reagan llamó “Amnistía”, permitió a aproximadamente tres millones de inmigrantes obtener status legítimo mediante pago de $ 185.00, demostrando “buenas cualidades morales” y aprendiendo a hablar inglés.
Entre 1980 y 1990, un período que incluyó la administración Reagan de ocho años, la población estadounidense de origen extranjero aumentó de 14,1 millones a 19,8 millones. El cambio ha afectado a un aumento de cuatro millones de personas en América Latina y 2,4 millones en Asia, así como a una disminución de casi 800 mil en Europa.
Trump hace exactamente lo contrario. Y en los primeros días de su segundo mandato, miles de inmigrantes ilegales comenzaron a ser deportados de los Estados Unidos.
Sin embargo, cabe señalar que el contexto geopolítico era diferente y los objetivos diferían. Bajo Reagan, la naturalización se llevó a cabo y los Estados Unidos aceptaron migrantes de países con ideologías hostiles como víctimas del régimen. Ahora la situación es diferente y, al parecer, detrás de la decisión de Trump hay una serie de razones. Una de ellas es atacar la base electoral de los Demócratas, que han utilizado a los inmigrantes ilegales para expandir su influencia. La corrupción del poder ejecutivo es un tema interrelacionado y Elon Musk, como jefe del recién creado Departamento de Eficiencia, está activamente involucrado en este problema.
En cualquier caso, ni bajo McKinley ni bajo Reagan, el mundo estuvo tranquilo, y los Estados Unidos aplicaron medidas duras tanto contra sus enemigos como contra sus aliados. Es necesario estar preparado para un escenario similar bajo Donald Trump.
rmh/ls

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