Por Gustavo Espinoza M.
Hoy, 18 de diciembre del 2025 se cumplirán 33 años del día en el que Pedro Huilca Tecse fuera vilmente asesinado.
Como se recuerda, este aciago hecho ocurrió frente a su casa, en el distrito de Los Olivos, cuando el entonces Secretario General de la CGTP iniciaba sus tareas de rutina: se aprestaba a llevar a sus hijos al colegio y luego acercarse a las oficinas de la Central Obrera para asumir las tareas de ese momento, particularmente delicado por la siniestra gestión gubernativa de Alberto Fujimori, quien no vaciló en culpar del crimen a Sendero Luminoso, como una manera práctica de eludir la responsabilidad de su régimen que, para ésta y otras acciones, solía recurrir al Grupo Paramilitar Colina, el mismo que fuera finalmente desenmascarado como autor de este execrable crimen.
Han pasado más de tres décadas de este macabro episodio que enlutó la vida nacional. Y mientras los trabajadores han defendido el legado sindical, político y moral de Pedro; la clase dominante y sus voceros no han renunciado a la tarea de enlodar su memoria. Incluso se permiten hoy denigrar su imagen y aún no contentos con ello, buscan descalificar a su familia, con lo que tan sólo ponen en evidencia la pobreza espiritual que los embarga.

Y es que hoy, Pedro Huilca sigue siendo una emblemática figura del movimiento popular, un paradigma obrero que comprometió su integridad y su fuerza en la lucha en defensa de la clase trabajadora y un impulsor infatigable de sus objetivos históricos. Como se recuerda, combatió por mejorar las condiciones materiales de vida de los trabajadores del andamio, por elevar su salario y dignificar su aporte a la producción; pero nunca se quedó en eso.
Supo vertebrar la lucha de su gremio con las aspiraciones de todos los trabajadores y combatió porque la Clase Obrera jugara el rol de Vanguardia en la tarea de transformar el país y alcanzar las metas de la liberación nacional, el desarrollo, el progreso y el socialismo.
Recurrió siempre a la acción de masas, a la movilización constante de los trabajadores, y ejerció creadoramente el derecho a Huelga en procura de fortalecer su organización sindical y ponerla al servicio de su clase. Fue consciente de la necesidad de usar todas las formas de lucha a las que tenían acceso los trabajadores combatiendo por una sociedad mejor, más justa y más humana. Como lo aprendió de José Carlos Mariátegui, hizo de su tarea el deber de crear y sembrar sentimiento y conciencia de clase.
Y fue, por eso mismo, un Internacionalista cabal. Un hombre que luchó contra el fascismo en todas sus modalidades, contra los regímenes oprobiosos del Gran Capital y contra los gobiernos al servicio del Imperialismo. Y respaldó activamente a Cuba Socialista y a los pueblos que combatieron en todos los países.
En ese marco, hoy sería un defensor consecuente del Proceso Emancipador Latinoamericano y un luchador indoblegable por la soberanía y la Independencia de los países de nuestro continente acosados por la desenfrenada voracidad del imperio.
Con esas banderas y en la misma trinchera, Pedro Huilca vive en el corazón de los trabajadores.
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