Son muy conocidas una serie de fórmulas geopolíticas que fueron articuladas por los clásicos de este pensamiento. Así las cosas, uno de los más citados, Sir Halford Mackinder, en su momento proclamó: “…Quien controla Heartland, es decir, Rusia, controla la isla mundial. Y quien controla la isla mundial, controla el mundo…”. Más tarde, esta máxima fue reinterpretada y modernizada y Nicholas Spikman aseguró que era más importante controlar “Rimland”, es decir, la zona costera de Eurasia, para controlar el mundo.
Sin embargo, en estos momentos es más preciso decir que quien controla las nuevas tecnologías críticas es el dueño del mundo. Entre estas, las tecnologías de la información ocupan un lugar prominente, ya que sirven como una especie de interfaz para las comunicaciones y, al mismo tiempo, son un segmento importante de la economía debido a la informatización global de todos los procesos sustantivos de la sociedad.
Recientemente, se ha hablado mucho sobre el entorno cibernético como un nuevo dominio (zona) de la actividad humana y a menudo hay una comprensión errónea sobre el entorno cibernético que se asume como un fenómeno exclusivamente virtual. De hecho, no es así, en realidad este se ha convertido en un importante entorno para la gestión de todos los procesos, incluida la política.
El término cibergeopolítica que he propuesto anteriormente, se puede usar como un concepto general para describir los procesos que involucran las nuevas tecnologías de la comunicación en un contexto político. Este neologismo debe entenderse al mismo tiempo como una nueva disciplina que estudia lo que sucede a través de la interfaz hombre- máquina en el contexto de la política y la geografía, incluyendo- pero no limitado a la interacción de las redes sociales-, el espacio virtual, la diplomacia web. 2.0, y las actividades en curso que afectan e incluyen principios de retroalimentación en los sectores social, político y militar, y donde el imperativo es establecer y extender el poder, aunque de una manera más sofisticada que antes. Debido a esto, las estructuras de poder se vuelven menos abiertas a la comprensión, son menos visibles, pero también existen y, a veces, están presentes en nuestras vidas incluso, de una manera más explícita.
Si hablamos del ciberespacio como escenario para la actividad política, en este momento hay dos patrones principales asociados con este nuevo entorno de la actividad humana. El primero es el gobierno electrónico. Bajo este término debe entenderse la creación de servicios especiales que facilitan la relación de la población con los representantes de las autoridades y el acceso a diversos servicios a través de ellos como los pagos electrónicos, recepciones virtuales, procesamiento de solicitudes de acceso remoto, etc., acciones estas que están diseñadas para facilitar y simplificar la vida de los contribuyentes en los países donde se están adoptando las tecnologías de comunicación modernas. El segundo es el uso del ciberespacio como medio y herramienta para difundir una cultura política particular.
Los esfuerzos de Estados Unidos, donde el gobierno está utilizando la Internet como un nuevo medio para lograr sus objetivos, son extremadamente reveladores a este respecto. Al mismo tiempo, no solo el sector civil está involucrado, sino también las agencias de seguridad. La tecnología Web 2.0, diseñada para la interacción de activistas políticos a través de la tecnología de Internet, demostró su eficacia durante las protestas masivas en Túnez y Egipto en 2011, así como en la coordinación de la oposición y la auto- organización de varios grupos políticos en otros países, incluida Rusia, en los años siguientes.
Al mismo tiempo, el ciberespacio está directamente relacionado con la geografía real, que, junto con la política, es el elemento principal de la ciencia de la geopolítica. En primer lugar, todas las rutas de comunicación, servidores y nodos técnicos que están conectados a Internet tienen una localización geográfica. En segundo lugar, los cíberdelincuentes tienen una identidad nacional en el sentido de zonas de dominio, control gubernamental y lenguaje utilizado. En tercer lugar, el ciberespacio enfatiza la geografía física de una manera especial: los sensores de diversos servicios, dispositivos de navegación, dispositivos tecnológicos y dispositivos móviles encarnan un mapa interactivo con flujos cruzados de información, tecnología y personas.
Otro factor asaz relevante para la geopolítica actual es la globalización.
El ciberespacio registra y homogeneiza el espacio físico de una manera especial, por lo que con la ayuda de la tecnología GPS y otras herramientas, la globalización llega a los rincones más recónditos del planeta. Al hacerlo, las tecnologías digitales reconfiguran la experiencia de mapeo en algo diferente, lo que Bruno Latour y sus colegas llaman una plataforma de navegación caracterizada por la presencia de:
– Banco de datos;
– Una interfaz específica para la gestión de los datos, es decir, contar, procesar y buscar;
– Panel de control para la relación con los usuarios;
– Muchas salidas diferentes hechas para un gran número de usuarios – y uno de ellos tiene una salida a un dispositivo de impresión.
El papel del mapa tradicional se está redefiniendo, surgiendo varias escuelas relacionadas con descripciones de las relaciones políticas e institucionales del mapeo, el uso performativo y la comprensión de los mapas como una emergencia que surge a través de un conjunto diverso de prácticas.
Así las cosas, el mapeo del espacio de Internet se está convirtiendo en una prioridad para varios centros de investigación y universidades. Todavía en un número bastante limitado, pero cada año más y más, las publicaciones especializadas, el trabajo de los departamentos y divisiones en varios Think-Tanks monitorean el ciberespacio y registran sus cambios, ya sea la aparición de nuevos nodos técnicos, la publicación de nuevos proyectos de ley o actividades ilegales en la red.
A partir de lo anterior, se nos hace evidente que el ciberespacio no es homogéneo y tiene múltiples niveles:
1. La capa física contiene todos los dispositivos de hardware que incluyen enrutadores, interruptores, medios y satélites, sensores y otros conectores técnicos, tanto cableados como inalámbricos. La infraestructura física se encuentra geográficamente en el “espacio real”, y por lo tanto es objeto de diferentes jurisdicciones nacionales.
2. La capa lógica general, referida al código que incluye tanto el software como los protocolos que se incluyen en él.
3. El nivel de contenido que describe toda la información creada, tomada, almacenada y procesada en el ciberespacio. La información se define entonces como “conocimiento relacionado con objetos”, por ejemplo, hechos, eventos, cosas, procesos o ideas.
4. Un nivel social compuesto por todas las personas que utilizan y dan forma a la naturaleza del ciberespacio. Esta es la Internet real de las personas y las relaciones potenciales, no la Internet implícita del hardware y el software.
En esencia, la capa social incluye a los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y los actores de la comunidad tecnológica.
Si hablamos entonces de la ideología del ciberespacio, podemos decir que en Occidente hay dos direcciones ideológicas que interpretan el ciberespacio, sus funciones y métodos de explotación a su manera. Estos son el ciberliberalismo y el ciberrealismo.
Durante los últimos 30 años ambas narrativas han coexistido en una relación tensa, ganando aprobación en uno u otro caso, generalmente como resultado de eventos históricos como la guerra del Golfo en 1991 o los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Los desarrolladores técnicos de Internet, así como los académicos, abogan por la historia neoliberal o el liberalismo, mientras que la comunidad de militares y estrategas adopta una postura neorrealista. Ambas partes reconocen el ciberespacio como un nuevo tipo de territorio con desafíos y beneficios únicos para los participantes. Sin embargo, las dos direcciones difieren en tres cuestiones principales:
– en su comprensión de la estructura del agente y cómo se relaciona con el ciberespacio;
– en el análisis de la probabilidad de regular las acciones en el ciberespacio;
– en la comprensión de si el ciberespacio es un territorio incontrolado o simplemente no reclamado.
Es decir, que ambas partes ven el ciberespacio como el territorio de la anarquía, pero interpretan el significado de esa anarquía de una manera diferente.
Aunque a nivel internacional, la dicotomía en los enfoques del ciberespacio es evidente. Estados Unidos y algunos de sus aliados están dejando de lado la idea de la existencia de múltiples participantes en el desarrollo de las reglas y las regulaciones en el ciberespacio, incluidas las grandes empresas relacionadas con las tecnologías de la información como Google, Facebook o Amazon. Aunque de hecho, todos ellos representan los intereses de Estados Unidos y el gran capital.
Por otro lado, hay países como China, Rusia, Arabia Saudita, entre otros, que defienden el principio de soberanía en el ciberespacio. Es decir, que el ciberespacio se debe regir por la legislación nacional en cada caso.
Es importante tener en cuenta que muchos manuales y constructos teóricos doctrinales de académicos y políticos occidentales, como es el caso del manual de Tallin para el ciberespacio, no son normas reconocidas internacionalmente, sino solo un conjunto de recomendaciones.
Sin embargo, Occidente está promoviendo este modelo como nuevas reglas internacionales, y dada la ventaja en el dominio de la información, esto podría conducir a precedentes desagradables en el futuro. Mientras tanto, Facebook, Google y Twitter, aparentemente actúan como plataformas de propaganda de ideas occidentales y censuran un punto de vista alternativo, lo que socava la confianza en las relaciones internacionales.
Hoy en día, todo el arsenal de herramientas cibernéticas, desde comunicaciones inalámbricas y satelitales, vehículos aéreos no tripulados hasta redes sociales y aplicaciones móviles especiales, incluida la posibilidad de transacciones bancarias, son utilizadas en todo el mundo para una variedad de propósitos. Las tecnologías no solo influyen en la política, sino que también se utilizan para fines políticos.
La publicación estadounidense “Foreing Affairs” señaló sobre ello que: “…Internet está cambiando silenciosamente, pero de una manera profunda, el deseo de los ciudadanos de actuar u organizarse políticamente, en primer lugar, influyendo en su percepción de las actividades de su gobierno. Internet, junto con las tecnologías correspondientes, ha sido revolucionario en la difusión de información y se transforma de manera dramática y rápida, lo que tiene que ver con cómo se empaqueta la información, qué tan rápido y con qué costos se puede transmitir, qué redes tienen el poder de determinar quién puede enviar y recibir esa información.
Esto llevó a una democratización más rápida de la comunicación como no lo había sido nunca a lo largo de la historia. Pero esta democratización también tiene sus lados oscuros: estafadores, aventureros políticos, “hacktivistas”, grupos criminales, quienes también dominan activamente los métodos de trabajo en el ciberespacio, por no mencionar la labor de los servicios especiales que usan Internet para sus propios fines, a menudo de una manera no muy democrática.
El entorno geográfico circundante en este contexto se convierte en un entorno tecno-estratégico. Teniendo en cuenta la utilización de tecnologías de doble uso en la esfera militar y la importancia de la innovación en la defensa, los ejércitos de los países líderes también enfatizan las prioridades tecnológicas.
Ejemplo de lo anterior es cómo el Departamento de Defensa de EE.UU., ha asignado recientemente 11 áreas de desarrollo: sistemas de control de combate totalmente en red, 5G, tecnología hipersónica, guerra cibernética/guerra de la información, energía dirigida, microelectrónica, autonomía, Inteligencia Artificial y aprendizaje automático, ciencia cuántica, espacio y biotecnología, que atraen activamente inversiones. Y como podemos ver, casi todas estas áreas están relacionadas de manera directa o transversal con la comunicación y las soluciones en este campo.
Por supuesto, los países más poderosos, los que tienen una base material y tecnológica, están tratando de usar sus monopolios para imponer al resto de los países no solo sus productos, sino también sus reglas. Tales intentos de dominación incluyen nuevas alianzas, como el Consejo de Comercio y Tecnología, creado con ese fin en la Cumbre entre Estados Unidos y la UE en junio de 2021.
Es obvio que en las condiciones de la crisis política mundial, el Occidente colectivo politiza deliberadamente el comercio internacional y los contactos diplomáticos, tratando de demonizar a sus oponentes geopolíticos. Esto plantea preguntas sobre la necesidad de una interacción más estrecha entre los Estados que rechazan la hegemonía de Estados Unidos y cualquier interferencia en sus asuntos.
Las cuestiones del derecho internacional en Internet y el control político sobre las tecnologías, también siguen siendo relevantes en el marco de la lucha contra el neocolonialismo.
rm/ls
*Investigador y científico asociado de la Universidad de Rusia.