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viernes 19 de abril de 2024

Un cubano sefardí, víctima del exterminio nazi

Mosés Algaze Razon (1920-1944)

Paul Estrade*

Para Firmas Selectas de Prensa Latina

 

Al hojear por enésima vez en el escalofriante libro de Serge Klarsfeld la lista de los casi 900 deportados que integraron el convoy 73, en busca de algunos parientes de Mouny Szwarckopf (mi esposa) y de varios trabajadores judíos del campo de trabajo forzado de Soudeilles (mi pueblo), me fijé recientemente en un deportado llamado Mosés Algaze Razon. ¿Por qué? Se decía que había nacido en La Habana. Y de hecho era cubano.

¿Cómo era posible que se hallara en abril de 1944 en Francia, donde los nazis y sus servidores petainistas lo atraparon y deportaron enseguida, mandándole a una muerte segura y atroz?. Pensábamos al inicio que Mosés pudiera ser un brigadista del cuerpo de voluntarios cubanos internacionalistas, solidarios con la República española, adonde fueron a combatir. Partíamos de la idea de que, concluida por fuerza su honrosa misión, algunos combatientes cubanos se habían quedado en España hasta que la « retirada » los arrojara a Francia.

Imaginábamos que entonces, mezclados con los exiliados españoles, aquellos no habían tardado en incorporarse a los primeros grupos armados de la Resistencia antifascista en el suelo francés. Pero no era el caso. Mosés no figuraba en los archivos franceses de la ACER (Association des Combattants de l’Espagne Républicaine/Asociación de Combatientes de la España Republicana).

Dos cubanos sí aparecieron allí entre los que pasaron a Francia y fueron mandados al frente al estallar la guerra. Fueron apresados y enviados a Alemania, recobrando la libertad sólo en 1945. Se trata de Francisco Escribá Vives (La Habana, 4 de octubre de 1904) y de Manuel Domínguez Arruga (La Habana, 28 de abril de 1915). El primero estuvo preso en el stalag 122, el segundo en el stalag 13, Munich, donde participó en las acciones clandestinas de resistencia del grupo Vidank.

Es probable que la presencia de cubanos en la guerra antifascista europea no se limite a los dos casos documentados. El estudio no se ha hecho aquí e ignoro si en Cuba. Valdría la pena averiguar y ahondar, por ejemplo, si resultasen probadas, la existencia de una tildada « cabaña cubana » en un campamento de resistentes al noreste de Brive, y también la presencia en el desfile parisino de la victoria por los Campos Elíseos, en mayo de 1945, de un porta-estandarte cubano.

Pero volvamos a Mosés. Había sido asesinado en fecha y circunstancias desconocidas,  en Estonia o en Lituania, adonde lo había llevado en horrendas condiciones de transporte el tren que salió de Drancy (centro-norte de Francia) el 15 de mayo de 1944 (convoy 73).

Los padres de Mosés habían nacido en el imperio otomano. El papá, Guershon Algaze, el 15 de mayo de 1884 en un pueblo griego de Tracia fronterizo con Turquía, Silibrie. La mamá, Elisa Razon, el 10 de abril de 1890 en Constantinopla. Ambas familias descendían de aquellos judíos expulsados de España en 1492. Se casan en 1905 y poco después deciden emigrar a la América hispana con el fin de mejorar su situación económica.

Conocido en Lyon como Maurice Algazzi, y en Oyonnax (medio clandestino) como Maurice Vincent, llevaba pasaporte cubano cuando lo atraparon en Oyonnax y fue destinado al siniestro convoy 73.

Desde fines del siglo XIX una corriente migratoria, procedente de las costas orientales del Mediterráneo, trae a varios puertos del Caribe a los llamados « turcos », que en realidad, más que turcos eran súbditos del imperio turco, por lo común árabes: sirios, libaneses, palestinos, a veces cristianos: armenios, y a veces judíos sefardíes de nacionalidad griega.

La joven pareja Algaze / Razon sale de Constantinopla y desembarca en La Habana en 1910. ¿Por qué Cuba y no Venezuela, por ejemplo? Sencillamente porque en La Habana viven dos tíos paternos de Guershon, cómodamente instalados en calidad de comerciantes.

La integración de Guershon a la vida de la capital y a la sociedad cubana transcurre al parecer sin mayores dificultades. Además del turco y el griego, habla el francés (aprendido en una escuela de la Alianza Francesa) y por supuesto el español, al ser el judeo-español su idioma nativo. El comercio lo atrae y crea una oficina de exportación e importación de productos latinoamericanos y europeos. Guershon y Elisa tienen cinco hijos: Joseph (1912), Samuel (1913), Esther (1917), Jacques (1919) y Mosés (1920), el menor de la familia.

Después de 1918 algunas casas alemanas se establecen en Cuba. Guershon representa allí a la gran firma alemana Bayer (productos farmacéuticos) y a la otra gran firma alemana Solingen (artículos de acero fino, tijeras, agujas, etc.). Como no conoce el idioma, Guershon tiene que asociarse con un alemán quien no tarda en estafarle y suplantarle, quedando casi arruinado del todo en medio de la crisis de los años veinte. ¿Qué hacer entonces?

Emigrar de nuevo. A Francia esta vez. Guershon domina el francés y en la gran ciudad de Lyon, famosa por su industria textil, reside un cuñado suyo, precisamente dedicado al comercio de tejidos. En junio de 1922, los Algaze / Razon y sus cinco hijos dejan La Habana para instalarse en Lyon. Mosés no tiene aún dos añitos. Guershon, comerciante nato, se lanza en seguida en la venta de prendas de vestir. En esa actividad alcanza poco a poco una envidiable posición que le permite trasladarse desde las afueras al centro de la ciudad en 1930.

Mientras tanto el joven Mosés ha sido convertido en Maurice al ser registrado en Francia, lo mismo que Guershon se convierte en Gaston con clara voluntad de integración, y que toda la familia Algaze se vuelve Algazzi. Maurice estudia las primeras letras en Beynost, un municipio suburbano autónomo, a unos quince kilómetros de Lyon, donde vive en un internado junto a sus hermanos, y a partir de 1930 en el mismo Lyon. Consigue en 1932 el diploma que cierra la primaria. Emprende una formación técnica para ser óptico.

A los quince años, en junio de 1937, es llamado por el padre a secundarle en su actividad comercial. Gaston Algazzi otra vez sale adelante. Reside holgadamente en una de las principales calles de la ciudad, en concreto en el número 59 de la calle de L’Hôtel-de-Ville,  hoy Édouard Herriot. Dispone ya de varias tiendas de vestidos y pide a los cuatro varones que le ayuden. Así las cosas, hasta el 11 de noviembre de 1942, cuando las tropas alemanas invaden la zona sur de Francia y se afincan en Lyon.

Bajo la bota del militarismo nazi, Lyon -donde es activa la Resistencia-sufre mucho. El antisemitismo del gobierno de Vichy (Pétain-Laval) se extrema. Se « arianiza » la empresa comercial de los Algazi, « Alpis Confection », de la que Gaston era gerente. A la cabeza de dicha sociedad la autoridad colaboracionista impone a un administrador no judío.

Se acrecientan las medidas coercitivas. Cunde la amenaza sobre todos los Algazzi, y en particular sobre Jacques y Maurice, porque su edad les designa desde principios de 1943 para cumplir en Alemania trabajos obligatorios (STO). Pero no se resignan a servir de mano de obra a las empresas de guerra nazis. Son refractarios. Participan en acciones antinazis y, claro está, para no ser atrapados por sorpresa, no suelen dormir en el apartamento familiar, aunque el hermano mayor Joseph, sí, porque se halla legalmente exento de semejante obligación.

Jacques y Maurice intentan viajar a Londres para unirse a los combatientes gaullistas. Al no lograrlo Jacques opta por incorporarse a un « maquis » del departamento de Saône-et-Loire. Maurice, por su lado, se desplaza en julio de 1943 a Oyonnax (departamento de Ain), ciudad especializada en la producción óptica. El marido de Esther (ahora Estelle), que es óptico, lo coloca en una fábrica de gafas, la de Marcel Gravet. Pero Maurice se sabe amenazado.

Ya el 18 de mayo de 1942, tras un acto callejero de repudio a la actuación en Lyon de la Filarmónica de Berlín, ha sufrido un arresto seguido de encarcelamiento en Fort-Barraux. En Oyonnax, donde la Resistencia se va asentando y extendiendo, consigue por si acaso un falso carné de identidad a nombre de Maurice Vincent.

A fines de 1943, mientras aumenta la resistencia armada a las tropas de ocupación, la policía, la gendarmería, la milicia y la Gestapo arrecian la persecución contra la población judía. El 29 de octubre de 1943, Gaston, Élise y Joseph son arrestados en su domicilio por la policía alemana. Jacques, que estaba de paso y se mantenía clandestino, se esconde en la ducha y así se salva.

Llevados enseguida al Fuerte de Montluc, en Lyon, los tres Algazzi detenidos son trasladados al campo de tránsito de Drancy el 9 de noviembre de 1943. De allí los padres emprenden el 20 de noviembre, en un vagón inmundo, el viaje sin retorno a Auschwitz. Cuándo y cómo murieron no se sabe. Un documento administrativo fija en el 25 del mismo mes la fecha de su asesinato.

Ese convoy número 62 constaba de mil 200 personas, de las cuales 914 perecieron asfixiadas poco después de apearse, entre ellos Gaston y Élise muy probablemente, pues su edad los hacía inaptos a trabajos agotadores. Los supervivientes eran apenas 35 en 1945.

Joseph corrió con mejor suerte. La razón podría ser esta, pensamos. Gaston y Élise Algazzi eran en Francia de nacionalidad griega. Hasta el 5 de noviembre de 1942 los judíos griegos que residían en Francia estuvieron « protegidos ». Ese día salió de Drancy el primer embarque de judíos griegos. Ya habían salido desde marzo del mismo año otros 44 convoyes, pero tras la ocupación brutal de Grecia por el invasor nazi había cesado tal protección.

Desde entonces las redadas anti-judías no exceptuaron a los griegos. Ahora, Joseph, nacido en La Habana el 15 de marzo de 1913, ciudadano cubano se supone, fue tomado por ciudadano americano. Los estadounidenses se « beneficiaban » de un estatuto especial de parte de las autoridades de ocupación. Al apresarlos por uno u otro motivo, los destinaban a un campo de internamiento ubicado en Francia y no a campos de concentración en Alemania o Austria.

El Reich nazi consideró que los países de Centroamérica y el Caribe que le habían declarado la guerra, poniéndose del lado de los « aliados »,a raíz de la entrada en guerra de los Estados Unidos (diciembre de 1941), estaban en la misma situación que este país: sus ciudadanos pertenecían a naciones enemigas.

Solo volvieron 22 esqueletos, entre ellos ninguno el de Mosés, desaparecido sin fecha comprobada ni lugar cierto de su muerte, pero no cabe duda de que fue uno de aquellos mártires.

Las repúblicas de Panamá, Nicaragua, Guatemala, Haití, Dominicana, etc., y Cuba, no habían tardado en efecto en alinearse con la posición de Washington. Aunque el grado de dependencia de algunas repúblicas era tan fuerte que bastaría por sí sólo para explicar tal alineamiento, es innegable que existía también en varias de ellas una fuerte conciencia antifascista. En Cuba, el gobierno de Fulgencio Batista (1940-44) reflejaba esa doble realidad. Joseph aprovechó tal circunstancia. Resultó más decisivo su pasaporte cubano que su origen sefardí, y esto le salvó la vida.

Además, como no existía prueba de que estuviese relacionado con la Resistencia local, al sacarlo del campo de Drancy, el 17 de diciembre de 1943, lo enviaron al campo « americano » de Royallieu (Compiègne, departamento de Oise) donde recibió una nueva matrícula (n° 256).

Luego el 18 de marzo de 1944 lo trasladaron a otro campo « americano », en Clermont-de-l’Oise (Oise). Estuvo allí hasta la Liberación de la región, ocurrida el 29 de agosto de 1944, a pocos días de la de París. Ambos campos acogieron en total casi 500 presos políticos de 18 nacionalidades americanas, tanto norteamericanos como latinoamericanos. Testigos e historiadores coinciden en estimar que las condiciones de vida de los detenidos fueron mucho menos duras que en los demás campos de internamiento, sin hablar, por supuesto, de los campos de concentración (Dachau) o de exterminio (Auschwitz).

Mientras tanto el cubano Mosés Algaze Razon, conocido en Lyon como Maurice Algazzi, y en Oyonnax, medio clandestino, como Maurice Vincent, había tenido un fin dramático. Dejemos la palabra al entonces prefecto del departamento de Ain, que narra como sigue las circunstancias del arresto del joven cubano:

«El 8 de abril [1944] los alemanes organizan en Oyonnax unos controles de identidad dentro de una campaña represiva contra el « maquis » de Oyonnax. [Algazzi] creyéndose concernido personalmente y cediendo al pánico, presenta espontáneamente su pasaporte americano para justificarse. Desgraciadamente había guardado, de modo imprudente, cosido en el interior de la chaqueta, su falso carné de identidad a nombre de Vincent».

El informe es del 26 marzo de 1956. Por muy oficial que sea, no hay certeza de que fuera la Gestapo alemana, sino la milicia fascistoide francesa, la que detuvo a Mosés. Sea lo que fuere, los nazis se apoderan de él, lo mandan primero a la cárcel de Montluc (Lyon) y poco después a Drancy, al norte de París, el tétrico paradero de la mayoría de los judíos apresados. No le sirve para nada ser americano.

Es probable que su hermano Joseph le hubiese avisado de que se valiera de ello en caso de emergencia. Su demostración antinazi de 1942, su condición de reacio al STO, sus papeles sospechosos, su vínculo supuesto o real con la Resistencia, y su ascendencia judía, asumida o negada, no lo salvan del genocidio metódico que no tiene pausa. Arranca de Drancy hacia el este de Europa el convoy n° 73 que se lleva a Mosés.

El convoy 73 ha sido por muchos años uno de los más polémicos dentro de los 79 convoyes de deportados judíos salidos de Francia. En primer lugar, porque se componía únicamente de hombres jóvenes, en total 878.

En segundo lugar, porque el destino final no fue Polonia (Auschwitz) sino dos países bálticos ocupados por la Wehrmacht y los SS. En tercer lugar, porque se dividió el convoy y diez vagones terminaron en Kovno (Kaunas – Lituania), mientras otros cinco llegaron a Reval (Tallinn – Estonia), al cabo de tres días y noches infernales. En cuarto lugar, porque en realidad sigue oculta la finalidad última de la decisión de conducirlo allá. Es posible que fuese para construir fortificaciones en diversos puntos de la costa báltica, o quizás para, ante el avance indetenible del Ejército Rojo, borrar las huellas de los horrores cometidos en los campos nazis.

En 1994 fue descubierto en un fortín abandonado de Kaunas (el fortín 9), un graffiti en francés que rezaba: « Nous sommes 900 Français » (Somos 900 franceses). Mosés llevaba pasaporte cubano cuando lo atraparon en Oyonnax, pero no cabe duda que Maurice fue uno de aquellos mártires.

Sólo volvieron 22 esqueletos vivos. Entre ellos no asomó el magnífico atleta de pelo negro y rizado, joven, jovial, risueño, « hermoso, dulce, gentil y agradable » en el recuerdo familiar transmitido por su sobrina Jacqueline Beberac. Asesinado sólo por ser judío, desaparecido sin fecha comprobada ni lugar cierto de su muerte, abandonado sin sepultura. Un acto oficial ministerial del 9 de marzo de 2015 lo declara fallecido el 20 de mayo de 1944 en Kaunas o Pravieniskès (Litunia) o Reval (Estonia).

ag/pe

 

*Historiador, investigador, profesor emérito de la Universidad París VIII.

 

Fuentes  

La documentación utilizada en este artículo procede del Memorial de la Shoah (París), el Centro de YadVashem (Jerusalén) y el Buró de los Archivos de las Víctimas de los Conflictos Contemporáneos (BAVCC, Caen). Me fue facilitada por mis allegados André y Gérard Panczer, Marlèney Mouny Estrade, a quienes agradezco el apoyo espontáneo. Decisivos resultan el testimonio de Jacques, el hermano de Mosés, conservado en los fondos de Yad Vashem, y el informe del prefecto del departamento de Ain sobre el arresto de Mosés.

Paul Estrade

Estrade, Paul París, Francia (20 de noviembre de 1935). Historiador, investigador, profesor emérito de la Universidad París VIII. Especialista en temas de América Latina, y particularmente de Cuba. Su tesis doctoral, devenida libro, “José Martí o los fundamentos de la democracia en América Latina”, constituye una de las más profundas investigaciones sobre Cuba realizadas en Francia. Leer más... Además de sus numerosos estudios de historia de Cuba, ha trabajado en temas de historia puertorriqueña (vida y obra de Ramón Betances) y en temas de historia local contemporánea (Corrèze, Lemosín). En este ámbito, ha profundizado en el impacto del fascismo, durante la Segunda Guerra Mundial, en su pueblo natal Soudeilles. Paul Estrade ha sido fundador y presidente de la organización de solidaridad France-Cuba.

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