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sábado 23 de noviembre de 2024

América Latina: Recuperar la audacia para ganar el futuro

Por Andrés Mora/AUNA-Costa Rica

 

Venezuela, Brasil y Argentina concentran sobre sí los focos de atención  política de nuestra América. Y no es para menos: fue allí donde primero  derrotaron los pueblos al neoliberalismo en el paso de entre siglos, con las  sucesivas elecciones de los presidentes Hugo Chávez (1999), Lula da Silva  (2002) y Néstor Kirchner (2003), constituyéndose en bastiones del proceso  de cambio latinoamericano en estos últimos 15 años.

Desentrañar las causas que nos han traído hasta este momento decisivo, y señalar sus posibles consecuencias, escenarios y desarrollos, es materia del mayor interés para la intelectualidad crítica latinoamericana en todos los ámbitos

Ahora la confluencia de  factores objetivos (crisis económica del capitalismo global, desgaste de la gestión pública, ausencia de liderazgos renovadores) y subjetivos (vaciamiento del discurso del *cambio de época *como horizonte de la acción política, sentido de las relaciones Estado-movimientos sociales, entre otros)  nos ha llevado a una coyuntura en la que la reversión del proceso  nacional-popular o progresista de la región, ha dejado de ser una hipótesis  para instalarse como posibilidad real.

Como una amenaza inminente, sea por  la vía electoral –los casos argentino y venezolano- o por la vía golpista y  sus variantes jurídicas –el caso brasileño.

Desentrañar las causas que nos han traído hasta este momento decisivo, y  señalar sus posibles consecuencias, escenarios y desarrollos, es materia del mayor interés para la intelectualidad crítica latinoamericana en todos  los ámbitos: gobiernos, movimientos sociales, academia, medios de  comunicación.

En nuestra perspectiva, más allá de reconocer la importancia  de los factores objetivos en la vida de nuestras sociedades, y la  influencia que inevitablemente tienen al determinar márgenes de maniobra  para los gobiernos que impulsan proyectos pos-neoliberales, el análisis  debería considerar también lo que percibimos como la pérdida del rumbo del  proyecto común de futuro,  que parece diluirse progresivamente.

En especial  a partir de la muerte del presidente Chávez: su capacidad de vislumbrar un proyecto de alcance regional –bolivariano-, y enunciarlo desde un  posicionamiento de fuerte acento *nuestroamerican*o, que involucraba  emotivamente y, al mismo tiempo, movilizaba a la acción y el compromiso de  hacer realidad su concreción, no ha podido ser asumido por ninguno de los  liderazgos de la región.

Ese vacío discursivo, que es también un vacío  estratégico, permitió a la derecha criolla y al imperialismo recuperar  posiciones en el terreno ideológico, posicionando en la esfera pública y  mediática las tesis del *fin de ciclo*, del *cambio*, de la crisis permanente, y en definitiva, de la inviabilidad del rumbo pos-neoliberal. 

Porque la política, qué duda cabe, es también subjetividad:   búsqueda y construcción de sentidos, de relatos, de discursos que definen  prácticas colectivas e individuales, formas de organización y de  apropiación de lo común, de lo público. Batalla cultural, sin más.  Y acaso  en esta dimensión esté nuestra mayor debilidad en este momento.

En su primera visita oficial a Brasil en mayo de 1999, como presidente de la República Bolivariana de  Venezuela,  Chávez ofreció un discurso en el auditorio de la  Biblioteca Central de Brasilia. En esa ocasión, además de proponer el  bolivarianismo como eje de la integración latinoamericana y de nuestra  inserción en el mundo multipolar, lanzó una admonición que todavía sigue  vigente:

“Creo que estamos en tiempos de audacia, en tiempos de ofensiva,  no en tiempos de defensiva ni de movimientos retrógrados. No, vamos  adelante con nuestras banderas, con nuestro amor y con nuestros pueblos[1] 

Hoy,  a pesar del difícil panorama que se dibuja frente a nosotros, lo que se  requiere es la voluntad y la acción consciente para seguir avanzando por  los caminos de las utopías que iluminaron el nacimiento del siglo XXI  latinoamericano, y el valor para enfrentar los peligros y desafíos que surgirán en esas rutas.

Con el nuevo siglo, los pueblos latinoamericanos se  atrevieron a andar y fueron capaces de nombrar un proyecto de común de futuro, el de nuestra América digna, soberana, justa, popular e inclusiva. No debemos olvidar esas lecciones, ni renunciar a la esperanza del *otro mundo posible* que solo nosotros podemos construir. Si perdemos la audacia y el amor en estos tiempos de ofensiva, como decía Chávez, lo perderemos todo. [1]

[1]  Chávez,  H. (2006). *La unidad latinoamericana* (editado por Sergio Rinaldi).

 

ag/am

 

*Investigador, analista y docente de la Universidad de Costa Rica.
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