Por Kintto Lucas
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
La poesía contiene en sí misma muchos mundos. Asumirla como algo acabado, inamovible, es matarla, y matarla es matar la palabra. El poeta Nicanor Parra quiso desburocratizarla y, para eso primero era necesario desacralizarla. Era necesario romper con lo supuestamente establecido, romper con el statu-quo poético. Sin embargo, para hacerlo, había que estar seguro de qué se podía proponer en lugar de lo ya existente.
El poeta chileno creó una poética que, asumiendo influencias de Cesar Vallejo -sin dejar de lado una mirada pesimista del mundo-, tiene la capacidad de utilizar la ironía como una herramienta que imprime a su poesía mucha fuerza.
En un momento en que los intelectuales querían vincularla al pueblo, busca una construcción que trascienda el preciosismo del lenguaje o el estilo. Así lo explica, en 1948, cuando afirma: «Busco una poesía a base de hechos y no de combinaciones o figuras literarias. Estoy en contra de la forma afectada del lenguaje tradicional poético».
En “Versos de salón (1962) incluyó un poema en el que afirmaba: Durante medio siglo / la poesía fue / el paraíso del tonto solemne. / Hasta que vine yo / y me instalé con mi montaña rusa. / Suban, si les parece. / Claro que yo no respondo si bajan / echando sangre por boca y narices.
Esa ruptura se consolida antes, en “Poemas y antipoemas”, cuando abre un nuevo camino dentro de la poesía latinoamericana mediante la creación de códigos propios, ritmos poéticos que se burlan de lo tradicional. Nicanor Parra desacraliza la poesía en lengua castellana. El poeta mexicano José Emilio Pacheco explica cómo surge esa otra vertiente en su ensayo “Nota sobre la vanguardia” :
Junto a la vanguardia que encuentra su punto de partida en la pluralidad de ‘ismos’ europeos-señala-, aparece en la poesía hispanoamericana otra corriente; casi medio siglo después será reconocida como vanguardia y llamada ‘antipoesía’ y ‘poesía conversacional’, dos cosas afines, aunque no idénticas (Pacheco, pdf)
En “Poemas y antipoemas”, Parra se burla de lo establecido, hay poemas que ironizan en torno al modernismo. Por ejemplo “Sinfonía de cuna“” es una ironía sobre el lenguaje, las figuras típicas de los ángeles y cisnes, y desacraliza el idioma. También busca mostrar las contradicciones con los patrones de belleza y comportamiento. ¿Cómo un niño rubio puede dañar a un árbol?
El lenguaje coloquial, en determinados momentos, deja entrever la influencia directa del Vallejo de Poemas humanos y Trilce. La voz antipoética de Parra se nutre de la voz poética del peruano, pero le suma un tono más espontáneo, más coloquial y su poesía parece un cuento. Mientras Nicanor Parra cuenta historias a través la poesía, César Vallejo crea una poesía desde el pensamiento o elabora el pensamiento desde la poesía.
Ambos la reivindican como una herramienta de lucha social, de protesta, de denuncia; sin embargo el trabajo del lenguaje es diferente en ambos, distinta la construcción poética.
Como el mismo Parra señala, con la antipoesía los poetas bajaron del Olimpo porque lo que, fue para los viejos poeta “un objeto de lujo”, para los antipoetas “es un artículo de primera necesidad”, no pueden vivir sin ella.
La idea de la antipoesía es bajar al poeta a la tierra y que se vincule con la gente, que entienda la vida cotidiana y transmita esa realidad a los demás. Al mismo tiempo que critica la poesía que construye “castillos en el aire”, se burla de quienes cultivan una poesía cerrada, de salón, que utiliza un lenguaje casi cabalístico, alejado de lo cotidiano.
Con su antipoesía, Nicanor Parra fue un vanguardista de la anti vanguardia.
ag/kl