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viernes 26 de abril de 2024
Ucrania-y-Rusia

Cuando la diplomacia calla, hablan las armas

Ante el actual conflicto ucraniano-ruso, el mundo está dividido así: Estados Unidos, Unión Europea (UE) y la alianza atlantista (OTAN) acusan falsamente a Rusia como estado agresor, sin aportar evidencias de ninguna clase que estén basadas en la Carta de la ONU, y atizan el fuego de una confrontación que amaine al país euroasiático, el más grande del mundo.

El debilitamiento de Rusia vía sanciones ilegales e improductivas es el paso intermedio para destruir a la China, que es el verdadero enemigo a batir según Estados Unidos.

América Latina sigue en su mayoría los lineamientos de Occidente, en tanto que África observa con estupor cómo dicho conflicto dificulta sus vidas en medio de la pandemia y sus necesidades apremiantes.

¿Y China? China es objetivamente la única potencia sensata que pide negociaciones de paz con un alto al fuego para garantizar la seguridad de todas las naciones. Las ha pedido a la UE y a Estados Unidos, sin éxito hasta ahora.

China, aliada de Rusia en la construcción de un nuevo orden multipolar, se ha abstenido de condenar a Rusia como agresora y la ha ayudado a soportar las miles de sanciones ilegales de sus enemigos occidentales. China, junto a Rusia, es la única potencia que enarbola abiertamente la Carta de la ONU y el Derecho Internacional para salvar a la humanidad de una catástrofe terminal.

Como respuesta, Washington directamente (y no con “hackers” imaginarios) ha emprendido recientemente una nueva oleada de ataques cibernéticos que han robado millones de documentos ultrasensitivos en guerras híbridas tendientes a ralentizar el avance de China en todos los aspectos. Sueño tan inútil como tonto.

Pero preguntemos cómo empezaron las actuales hostilidades, cómo y por qué.

reagan y Mijaíl Gorbachov

En Berlín Oeste, el 12 de junio de 1987, el presidente Reagan le espetó el siguiente reto al presidente Mijaíl Gorbachov: “Presidente Gorbachov, si busca la paz; si busca la prosperidad para la Unión Soviética, Europa Central y Sudoriental; si busca la liberalización, venga a esta puerta, señor Gorbachov, abra esta puerta. ¡Señor Gorbachov, derribe este muro!” Sin embargo, la demolición del muro empezó espontáneamente al anochecer del 9 de noviembre de 1989 y en ello participaron diversos personajes de Alemania pero ninguno de la Unión Soviética.

Reagan y Margaret Thatcher le prometieron a Gorbachov que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada hacia el Este, hacia Rusia”. Mintieron, como siempre, descaradamente.

La verdad es que, desde su fundación en 1949, la OTAN se ha extendido a varias decenas de países hacia el Este, veinte de ellos en los últimos 30 años, sin excluir a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia, ex aliados de la Unión Soviética.

Rusia protestó ante la OTAN y la Unión Europea reiterada e infructuosamente contra estas amenazas a su territorio. La última fue Ucrania, la cual, bajo un régimen nazi apoyado por Occidente, atacó la región del Donbass, poblada por habitantes rusos y prorrusos, e intentó militarizar la frontera con Rusia, en clara amenaza a este país, que decidió hacerle frente a eso y al quebrantamiento de la paz a tenor de los Artículos 51 y 37 de la Carta de la ONU.

Rusia reconoció la independencia nacional de Donetsk y Lugansk, regiones separatistas de Ucrania, para evitar que se siguieran masacrando a sus habitantes por parte de militares abiertamente nazis, que asesinaron, violaron y torturaron en pocos años a decenas de miles de sus pobladores. Defenderlos era para Rusia un deber a fin de evitar tal genocidio, una obligación conforme al legado de los Tribunales de Nuremberg que condenaron al nazismo al finalizar la segunda Guerra.

Los citados artículos de la Carta de la ONU llaman a resolver pacíficamente las amenazas a la paz y facultan al Consejo de Seguridad para coadyuvar en su solución.

Pero ello no ocurrió, y el Consejo de Seguridad y una mal llamada “comunidad internacional” que no reúne a la mayoría de los pueblos, se abstuvieron de promover una salida pacífica de la controversia entonces apenas incipiente.

putin y Sergei Lavrov

Por lo contrario, hicieron lo que no debían: la Asamblea General aprobó una resolución de condena a Rusia por “agresión” a Ucrania. Pero la “operación militar especial” en Ucrania- que no constituía agresión, sino legítima defensa- tenía solo el propósito de desmilitarizar y desnazificar al régimen de Kiev y no de agredir ni ocupar a Ucrania, mucho menos negar su soberanía. El presidente Vladimir Putin y su canciller, Sergei Lavrov lo proclamaron hasta el cansancio.

A tal efecto, Moscú se concentró en atacar instalaciones militares y no áreas residenciales, sin afectar el suministro de agua y electricidad, cosa que sí practica Estados Unidos cada vez como rutina en los países que ataca. De haberlo deseado, según expertos militares de la UE y Estados Unidos, Rusia hubiese arrasado fácilmente a Ucrania desde el principio.

A pesar de recurrentes llamados a negociaciones de paz, ni Ucrania ni la OTAN ni la UE, y menos Estados Unidos, han contestado a los llamados de paz. El llamado Occidente rompió todos los acuerdos, como el Tratado de Minsk, que hubiesen evitado el conflicto.

La responsabilidad por la extensión de los conflictos no recae en Rusia, sino en Ucrania, Estados Unidos, la UE y la OTAN, y en aquéllos que le echan más leña al fuego y rechazan toda negociación.

Ucrania se enorgullece de su actual contraofensiva, pero Rusia, que no usó antes sus fuerzas especiales y armamento más moderno, ahora está devolviendo los “golpes ojo por ojo, diente por diente”.

Naciones Unidas

Lo que debió atenderse en la ONU en base a los capítulos VI y VII sobre amenazas a la paz, se ha convertido, gracias al paquidermo imperialista que controla y momifica a la ONU, en una interminable llamarada capaz de borrarnos del mapa.

Por estas razones es necesario crear más aceleradamente un nuevo orden internacional no manipulado por los representantes de la guerra e instaurar un sistema internacional más afín con las necesidades urgentes de salvar a la humanidad.

rm/jy

*Analista Internacional, exasesor de política exterior del general Omar Torrijos.
Julio Yao
Julio Yao

Julio Yao Panamá.1939 , analista internacional y diplomático de carrera, fue asesor del general Omar Torrijos y uno de los defensores del derecho a la autodeterminación de Panamá y de todos los países del mundo En1947 inició su lucha en contra del Tratado Filós-Hines que prorrogaba las bases militares de Estados Unidos. Fue profesor de Relaciones Internacionales y Derecho Internacional, vicepresidente del Movimiento Unidad Latinoamericana (1976-1994), representante de Panamá ante la Corte Internacional de La Haya y Presidente del Servicio Paz y Justicia en Panamá (Serpaj-Panamá), 2003-2013. Es autor de libros como “El Canal de Panamá, Calvario de un Pueblo” y ”El monopolio del Canal y la invasión a Panamá”. Ha escrito innumerables investigaciones y ensayos sobre China y sus aportes a Panamá. El primer contacto entre el gigante asiático y el istmo lo realizó Yao como embajador especial por instrucciones del canciller Juan Antonio Tack en 1973. Yao fue representante personal de Tack en la Conferencia de Cancilleres del Tercer Mundo sobre las Materias Primas y el Desarrollo en Dakar, Senegal (1975); en la primera Conferencia del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en Nairobi, Kenia (1975); en la Mesa Redonda Internacional sobre la Soberanía y la Autodeterminación de los Pueblos, México (1975); en el Seminario Internacional sobre la Revolución y la Lucha Anticolonial de los Pueblos en Yugoslavia (1976); en la Conferencia sobre la Paz del Consejo Mundial de la Paz en Budapest, Hungría (1976). También fue Embajador Especial en la ONU, la OEA, Holanda, Portugal, Suiza, Yugoslavia, Hungría, RPD de Corea, China. Kenya, Ghana, México y Nicaragua. Fue Secretario General de la Primera Conferencia de Solidaridad con el Pueblo de Nicaragua (1979); y director de Solnica (Solidaridad con Nicaragua). Yao es miembro Honorario de la Sociedad Científica de España de Parapsicología y Exobiología; Miembro Honorario de la Asociación de Escritores y Artistas del Valle del Cauca, Colombia; Presidente Honorario y Encargado del Centro de Estudios de Países Estratégicos Asiáticos de Panamá ; Presidente de la Asociación Panameña de Apoyo a la Reunificación de Corea. Fue condecorado con la más alta Distinción de la República Popular Democrática de Corea: la “Bandera Nacional del Estado” por su lucha en pro de la humanidad (La Habana, 1981). Recibió la “Medalla XX Aniversario del Parlamento Centroamericano” por sus aportes a la autodeterminación de Centroamérica (2011).

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