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sábado 4 de mayo de 2024

J. McCarthy, R. Cohn y R. Reagan, adalides del “eje del mal” que engendró a Donald J. Trump (I)

La tesis principal de este artículo se refiere a un tema muy tratado, el papel de la personalidad en la Historia, en especial en lo que se refiere a la acumulación de poder personal y el uso descontrolado de ese poder (1).

En este escrito nos referimos a de Donald J. Trump, pero se podría mencionar en el pasado a Alejandro de Macedonia, Atila Mundzuk (el huno), Gengis Kan, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, Napoleón Bonaparte, A. Schicklgruber (Hitler), B. Mussolini, F. Franco, Pol Pot y muchos otros. Ninguno de ellos surgió de la nada, todos fueron consecuencia de circunstancias históricas específicas y han tenido antecesores/mentores. Todos cometieron crímenes de lesa humanidad e imaginaron imperios milenarios, pero sin excepción fueron efímeros en el tiempo histórico, o por decirlo de forma más axiomática, en esa “prehistoria de la humanidad” que son las sociedades clasistas (2). La única diferencia es que Donald J. Trump podría concentrar más poder y capacidad de destruir a la Humanidad que todos los mencionados juntos.

Acerca del fascismo en los Estados Unidos de América

Ya en la década de 1920, algunos intelectuales estadounidenses prestaron atención al movimiento fascista de Mussolini en Italia, pero pocos de ellos fueron sus partidarios, incluso- para mi sorpresa- criticándolo desde la derecha. Fue popular entre los emigrantes italoamericanos recién asentados en el noreste de los EEUU. En los 1930s, surgió la organización paramilitar Legión Negra, rama del Ku Klux Klan (KKK) que buscaba establecer el fascismo en los EEUU. Fue responsable de varios ataques, pero no pasó de ser una reducida banda de fanáticos.

Según Noam Chomsky, el ascenso del fascismo europeo post Primera Guerra Mundial fue visto en gran medida de manera positiva por los gobiernos de EEUU. y del Imperio Británico, su comunidad empresarial y una parte significativa de las clases pudientes. La visión fascista de la sociedad capitalista les prometía enfrentar tanto a la Unión Soviética, como a los partidos de izquierda, sindicatos y movimientos independentistas en sus propios países y dependencias coloniales. Hitler, gozó de un fuerte apoyo británico y estadounidense hasta que ellos mismos se vieran agredidos.

El Bund Germano- Americano, fue la organización fascista más destacada y mejor organizada en EEUU. Fue fundada en 1936, siguiendo el modelo de varios grupos más pequeños, incluidos los Amigos de la Nueva Alemania (1933), la Legión Plateada de América (1933) y la Sociedad Libre de Teutonia. Su principal objetivo era promover una visión favorable de la Alemania Nazi en los EEUU. Sus miembros recibieron uniformes y asistieron a campos de entrenamiento militar. Denunciaron a la administración del presidente Franklin D. Roosevelt, a los judíos, al comunismo, a los sindicatos “dirigidos por Moscú”, etc. Las raíces del trumpismo y MAGA en los Estados Unidos se remontan a la presidencia de A. Jackson (1829 -1837). Eric Rauchway expresó que: “El trumpismo tiene profundas raíces en la historia estadounidense. Pero el propio Trump le dio un propósito nuevo y más maligno”. Los seguidores de A. Jackson sentían que él era uno de ellos, apoyando con entusiasmo (como los MAGA hoy) su desafío al derecho constitucional cuando obstaculizaba sus ambiciones. Jackson inició la expulsión forzosa del pueblo Cherokee de sus tierras para beneficiar a los granjeros blancos a un costo de unos seis mil Cherokee (hombres, mujeres y niños) muertos.

El fascismo no solo está vivo en los Estados Unidos de América de hoy, pero escalando posiciones en el gobierno y el poder político para darle el tiro de gracia al intento de la democracia burguesa de crear un “estado de bienestar”, ahora sumamente en quiebra, y que tuvo su momento de más impulso durante la época del New Deal de FDR. Según el “German American Bund”, un fascista es aquel que «descubre que la democracia no funciona» y que George Washington fue el primer fascista del hemisferio occidental, entre otras insensateces (que muchos, lamentablemente, creen).

En imágenes del ataque al Capitolio de Washington el día 6 de enero del 2021, se observa a Proud Boys (supremacistas blancos) con camiseta que dicen 6MWE (seis millones no fueron suficientes) y Camp Auschwitz, ambos referidos al Holocausto judío. Vergüenza para ellos y aún más para aquellos judíos que los apoyan e imitan.

Formas de expresión del fascismo en los EE.UU. durante el siglo XX.

En algunas partes de Estados Unidos, a las personas “de color” se les prohibió ejercer empleos gubernamentales, incluso durante la segunda mitad del siglo XX. Los blancos utilizaron su poder económico y político para promulgar leyes de segregación en espacios públicos y edificios.

El antisemitismo ha sido con frecuencia parte integral y una de las manifestaciones más visibles del pensamiento y la praxis fascista (3). Legislaciones aprobadas en Estados Unidos entre 1921 y 1924 eran antisemitas, porque restringían severamente las cuotas de inmigración de naciones de Europa Oriental; a pesar de lo cual aproximadamente tres millones de judíos emigraron a Estados Unidos hasta 1920.

Entre los principales pro- nazis en los Estados Unidos se encontraban Henry Ford y la familia Rockefeller. En 1938, Ford fue condecorado por Hitler con la medalla de la Orden de la Águila Alemana. Durante esta década, el Ku Klux Klan en los Estados Unidos alcanzó la cantidad de cuatro millones de miembros y se aprobaron políticas inmigratorias discriminatorias, como el Acta de Inmigración de 1924. A partir de 1930, la Fundación Rockefeller ofreció apoyo financiero al Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología y Herencia Humana (KWIA), el cual más adelante inspiró y condujo los experimentos de Eugenesia del Tercer Reich. La Fundación Rockefeller continuó financiando hasta 1939 los estudios raciales nazi, incluso después de la aprobación de las leyes de Nuremberg de 1935 y de que estuviese claro que la investigación estaba siendo usada para tratar de justificar la demonización de los judíos y otros grupos.

La OSI (Oficina de Investigaciones Especiales) estimó que unos 10 mil criminales de guerra fascistas entraron en Estados Unidos tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los colaboradores fascistas llegaron a Estados Unidos como personas desplazadas de 1948 a 1950 y la Ley de Ayuda a los Refugiados de 1953. Los partidarios de esas leyes sólo prestaron una mínima cautela de que los criminales de guerra fascistas entraran en Estados Unidos legalmente, y la mayor preocupación se centró en impedir el ingreso de comunistas. Este cambio de enfoque se debió a las presiones de la Guerra Fría, en los que el gobierno de Estados Unidos se centró en la lucha contra el comunismo y la Unión Soviética, muchísimo más que contra el nazismo. En realidad, siempre había sido así, pero de forma menos visible.

Durante la década de 1950, el Servicio de Inmigración y Naturalización llevó a cabo varias investigaciones sobre presuntos criminales de guerra nazis, pero de ellas no surgió ningún juicio oficial. La década de 1950 no desencadenó un discurso generalizado sobre el Holocausto o la posibilidad de que hubiera colaboradores fascistas viviendo en el país. En los 1960s, Estados Unidos comenzó a descubrir a los criminales de guerra fascistas que permanecían en el país. Esto se debió a varios factores, como el juicio de Adolf Eichmann en 1962 y una serie de artículos publicados por Charles R. Allen, en los que se detallaba la presencia de criminales de guerra fascistas que vivían en EEUU.

Desde el final del siglo XX a la fecha, diversos movimientos neofascistas estadounidenses se vieron reforzados e incrementaron su actividad violenta, especialmente tras la llegada a la presidencia del país de Donald J. Trump. Con datos del Southern Poverty Law Center (2020), formaciones de extrema derecha como la National Alliance- fundada en los años 70 y considerado «el grupo neonazi más peligroso y mejor organizado», con su apogeo en la década de los 90- habían perdido a casi todos sus miembros mientras que otros grupos, como Atomwaffen Division, habrían ocupado su lugar. Los grupos neonazis estadounidenses se han convertido en organizaciones más descentralizadas y con presencia en las redes sociales, enfocadas hacia tácticas de tipo terrorista, a menudo presentándose como “supremacistas blancos”. El número de grupos de odio en Estados Unidos se incrementó desde 954 (2020) hasta mil 820 en 2024, es decir se multiplicó por 1.9,

Debo dejar en claro que la aplastante mayoría de los más de 74 millones de personas que votaron por Trump en 2020, no sabe que votaron por un redomado fascista. Muchos de los más exacerbados supremacistas blancos y otros grupos de odio, no consideran ser fascistas ellos mismos.

Acerca de los mentores de Donald J. Trump y MAGA

Joseph Raymond McCarthy (14 de noviembre de 1908 – 2 de mayo de 1957) fue un político estadounidense que se desempeñó como senador republicano por el estado de Wisconsin desde 1947 hasta su muerte a los 48 años en 1957. A partir de 1950, McCarthy se convirtió en el personaje más visible del fascismo en los EEUU. La cara pública de un período en Estados Unidos en el que las tensiones de la Guerra Fría alimentaron pesadillas de una “subversión comunista” generalizada. Alegó que numerosos comunistas y espías y simpatizantes soviéticos se habían infiltrado en el gobierno federal de los Estados Unidos, las universidades, la industria cinematográfica, y otros lugares. Al final, fue censurado por negarse a cooperar y abusar de los miembros del comité establecido para investigar si debía ser censurado o no. El término “macartismo”, acuñado en 1950 en referencia a las prácticas de McCarthy, pronto se aplicó a las actividades anticomunistas en general. Hoy en día, el término se utiliza de forma más amplia para referirse a acusaciones demagógicas, arteras y sin fundamento, así como a ataques públicos al carácter o al “patriotismo” de los oponentes políticos en los EEUU.

En un incidente por el que sería ampliamente criticado, McCarthy presionó para que se conmutara las penas de muerte impuestas a un grupo de soldados de la Waffen- SS condenados por crímenes de guerra al llevar a cabo la masacre de prisioneros de guerra estadounidenses en Malmedy en 1944. Criticó las condenas porque las confesiones de los soldados alemanes supuestamente se obtuvieron mediante tortura durante los interrogatorios. Sostuvo que el ejército estadounidense estaba involucrado en un encubrimiento de mala conducta judicial, pero nunca presentó prueba alguna para respaldar la acusación. Poco después de esto, una encuesta de 1950 entre el cuerpo de prensa del Senado votó a McCarthy como «el peor senador estadounidense» actualmente en el cargo. Su biógrafo, Larry Tye, ha escrito que el antisemitismo puede haber influido en las opiniones abiertas de McCarthy sobre Malmedy. Aunque contaba con un importante apoyo judío, en particular Lewis Rosenstiel, de Schenley Industries; el rabino Benjamin Schultz, de la Liga Judía Estadounidense contra el Comunismo, y el periodista George Sokolski, quien lo convenció de contratar a Roy Cohn y G. David Schine, McCarthy utilizó con frecuencia insultos antijudíos. Por esta y otras características recibió el apoyo entusiasta de políticos antisemitas como el dirigente del Ku Klux Klan Wesley Swift y exteriorizó su admiración a “Mein Kampf” del que afirmaba: «Esa es la manera de hacerlo».

Una de las bases más fuertes del sentimiento anticomunista en Estados Unidos fue la comunidad católica, que constituía más del 20 por del voto nacional. McCarthy se identificó como católico pero a medida que crecía su descrédito como notorio anticomunista, algunos católicos se le opusieron.

Estableció un estrecho vínculo con la poderosa familia Kennedy, y se hizo amigo cercano de Joseph P. Kennedy Sr. Robert F. Kennedy era un caso inusual entre sus amigos de Harvard por defender a McCarthy, y éste lo eligió para ser abogado de su comité de investigación, pero renunció después de seis meses debido a desacuerdos con McCarthy y el abogado del comité Roy Cohn. Joseph Kennedy apoyó a McCarthy como un político católico nacional que podría allanar el camino para la candidatura presidencial de un Kennedy en el futuro. A diferencia de casi todos los demócratas, el futuro presidente John F. Kennedy, que sirvió en el Senado con McCarthy desde 1953 hasta la muerte de este último en 1957, nunca atacó a McCarthy y a sus brutales violaciones de la ley.
A principios de 1954, el ejército estadounidense acusó a McCarthy y su abogado principal, Roy. Cohn, de calumniarlos, y el senador fascista aprendió cuán cierta es la máxima cubana de “puedes jugar con la cadena, pero no con el mono”

Al final de las audiencias, el senador Stuart Symington le hizo un comentario enojado y profético. Cuando McCarthy le dijo que » usted no está engañando a nadie», Symington respondió: «Senador, el pueblo estadounidense lo ha estado observando durante seis semanas; usted tampoco está engañando a nadie».

Un número cada vez mayor de republicanos y conservadores comenzaba a ver a McCarthy como un lastre para el partido y el anticomunismo. El representante George H. Bender señaló: «Hay una creciente impaciencia con el Partido Republicano. El macartismo se ha convertido en sinónimo de caza de brujas, y negación de… libertades civiles».

A pesar de ser estigmatizado como individuo, el senador McCarthy dejó una huella indeleble en la política estadounidense, incluso a nivel de futuros presidentes como Richard Nixon, Ronald Reagan y en su forma más actual y manifiesta en Donald J. Trump. (seguirá…)

Nota:

1. Se conoce como “dictum de Acton”, a una célebre frase acuñada por el historiador católico británico John E. E. Dalkberg Acton (Lord Acton) en 1887. En su redacción original decía: “Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely”. La frase se ha traducido de diversas formas: pero la más frecuentemente utilizada es: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”

2. “Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción… pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean, al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con esta formación concluye, por consiguiente, la prehistoria de la sociedad humana”. Marx, Karl (1859). Prólogo, en “Contribución a la crítica de la economía política”.

3. Es necesario establecer analogías y comparaciones entre el nazismo y otras experiencias históricas de jerarquización, exclusión y aniquilación (simbólica y/o física) de poblaciones por motivos raciales. Al contrario, tratar el antisemitismo y sus terribles consecuencias como una excepción histórica, desligada de otras lógicas racistas no relacionadas con crímenes contra los judíos, implica renunciar a extraer las lecciones que de él se derivan y contribuye a reproducir dichas lógicas, es una manifestación de exclusivismo (y por ende racismo) en sí misma. Lo acertado o no de las comparaciones en todo caso puede ser objeto de discusión, pero no de criminalización y censura. Las acciones del sionismo contra el pueblo de Palestina y en general su concepción de que existe “un pueblo elegido de Dios” es una forma suprema de racismo, tan asesina y fascista como el antisemitismo.

José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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